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El Club de los Viernes

Asturias, cosechamos lo que sembramos

Asturias es una región en retroceso. Entre 2000 y 2015 fue, junto con Cantabria, la autonomía cuyo PIB menos creció. Apenas lo hizo en un 11,4%, la mitad que el aumento de 23,3% que alcanzó el PIB del conjunto de España. Y una tercera parte del crecimiento de 34% del PIB de Madrid.

A lo largo de esos mismos 15 años, la población española creció un 14,2%. En Asturias, en cambio, se redujo un 1,9%. Junto con Castilla y León (caída de 0,1%), es la única comunidad donde la población disminuyó. No nos excusemos alegando que en el norte "la población creció menos": en nuestra vecina Cantabria, el número de habitantes se incrementó en un 9,4% en el mismo lapso. En 2000, el PIB por habitante de Asturias resultaba un 16% más bajo que el promedio nacional. En 2015 quedamos un punto porcentual más lejos, 17%.

Podría continuar dando datos que apuntan en la misma dirección, pero no pretendo deprimir al lector. La pregunta es: ¿cómo se revierte esta tendencia? La respuesta es obvia: creando riqueza. ¿Y cómo se crea riqueza? "Poniendo una alfombra roja" a los emprendedores y a todos los que quieran invertir (arriesgar su dinero), porque junto con la inversión productiva llegan el empleo, la actividad y el progreso.

Es un hecho que, en la actualidad, los emprendedores prefieren cualquier otra autonomía antes que Asturias. Entre 2000 y 2015, el número de empresas y empleadores en toda España creció un 7,4%, con aumentos que llegan al 18% en Extremadura, al 16% en Andalucía y Castilla-La Mancha, o al 14% en Murcia. En Asturias el aumento fue un raquítico 0,7%, el más bajo de todas las regiones españolas.

Uno de los motivos que lo explica seguramente sea el ambiente hostil que se ha ido creando en nuestra región contra los empresarios, la empresa privada y el capitalismo en general. Me refiero, por ejemplo, a los mensajes que cada día, desde hace años, reciben nuestros niños cuando van a la escuela. Mensajes que los empujan a tener, cuando adultos, una actitud de sospecha ante todo lo que sea una actividad empresarial.

En un colegio concertado católico de Oviedo, en un libro de Historia de 4º de la ESO, puede leerse, entre otras cosas:

? "la globalización económica se basa en la libre competencia y en la empresa privada, pero los países pobres difícilmente pueden competir con las empresas de los países ricos, que explotan o compran sus productos a precios muy bajos (y) les venden productos a precios muy elevados para obtener máximos beneficios";

? "Este comercio desigual endeuda a los países pobres (?)".

? "(?) los países pobres piden créditos (?) a entidades financieras internacionales (pero) con frecuencia no pueden hacer frente, ni siquiera, al pago de los intereses (?)".

? "Para pagar la deuda externa, los gobiernos necesitan dinero, que recaudan mediante impuestos (que pueden obtener únicamente) cultivando productos para la exportación, y ello explica la carencia de alimentos y las hambrunas (?)".

? "Diferentes sectores políticos proponen medidas para tratar de superar las situaciones de pobreza: condonar o anular la deuda externa, dedicar el 0,7% de la renta nacional para la ayuda al desarrollo; establecer un comercio justo, de manera que los productores de los países más necesitados reciban un precio adecuado (?)".

? "Algunos grupos de personas (?) no creen que la libre competencia y la empresa privada puedan ayudar a crear más riqueza para todos".

Todos los párrafos anteriores están extractados de una misma página. ¡Imagínese el lector lo que dirá el libro completo! Los mensajes que se trasladan a nuestros chavales son los opuestos a los que se necesitan para prosperar. Por ejemplo, para salir de la pobreza, no se recomienda esfuerzo y trabajo, sino subvenciones y condonaciones de deuda. Para aumentar los ingresos, no se sugiere ofrecer un producto o un servicio mejor, sino que nos paguen un precio "justo". Para que las empresas den lo mejor de sí no se necesita la libre competencia, sino que, se supone, bastaría la bondad de las personas.

En cuanto al empresario y las empresas privadas en general, se da por sentado que realizan por norma un comercio "injusto" y que basan su actividad en el aprovechamiento de la pobreza ajena, a la cual son insensibles. Además, se los acusa de ser, indirectamente, los culpables de la carencia de alimentos y hambrunas.

No se les da a nuestros chavales ninguna visión alternativa, de modo que puedan elegir qué cosa les parece más razonable. Directamente se les da un mensaje, que se espera que reproduzcan en los correspondientes exámenes. Lamentablemente, no es el único colegio con ese tipo de texto (cualquiera puede comprobarlo).

Si esas son las ideas que se les inculca a nuestros jóvenes, ¿cómo puede esperarse en ellos una actitud emprendedora? ¿Qué sentido tienen así los planes de fomento del emprendimiento y el autoempleo? Cosechamos lo que sembramos. En Asturias, en el sentido más estricto.

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