La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Javier Morán

El Cormorán

Javier Morán

De toda la vida

Hay que darle un último pase, por el momento, a la regasificadora de El Musel, sepultada por una sentencia del Supremo y con mandatarios públicos y privados atacados por el canguelo de tramitar su legalización. Aquí nos hemos mostrado contrarios a su derribo, pero tendríamos que afinar un poco más en otro momento. Por lo pronto, no se ha de olvidar el protagonismo de Equo, la formación que llevó a los tribunales la desagradable trapisonda gasista del Principado. Pero, como se ve, que las cosas mal hechas e ilegales sean sometidas a la justicia inmortal ha dependido de ciertos grupos o partidos y no de otros: a saber, el PGO fue llevado ante las puñetas y las togas por el Colectivo de Vega en Defensa del Medio Rural; los descomunales chanchullos de El Musel, por un observatorio dependiente de Podemos, y esto de la regasificadora, por el referido Equo. Esto, efectivamente, nos lleva a reflexionar sobre el nefasto papel de la oposición política, pues los tres pleitos aludidos -dos ya vencidos y uno en proceso- se introdujeron por acciones nefandas del PSOE en los tres niveles del Estado, pero en ninguno de esos casos el PP movió un dedo acusador. Es más: lo probable es que ni se enteraron ni quisieron enterarse, porque trabajar duro es, en efecto, muy duro. Y enlazándolo con otros sucesos del momento, añadiremos que las sesiones de investidura que hemos visto estos días han sido de lo más vergonzoso que se puede echar uno al buche (nos referimos especialmente a Iglesias y a Rajoy), y, sin embargo, ahí están el PSOE y el PP de toda la vida y de tantos escándalos.

Compartir el artículo

stats