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Alberto Menéndez

Preparativos electorales

Los partidos asturianos desconfían de la posibilidad de pactos en Madrid

Evitan hablar abiertamente de ello, pero los partidos políticos asturianos ya están engrasando sus maquinarias electorales, con la vista puesta en los posibles comicios del próximo 26 de junio. Todos ellos. Es decir, que ninguno confía en que los dirigentes nacionales de sus respectivas formaciones acaben llegando a algún tipo de acuerdo que facilite la gobernabilidad del país y evite así el adelanto electoral. Todos ven muy lejano un diálogo fructífero, pero a la vez nadie se arriesga a descartar rotundamente algún tipo de pacto. Lo sucedido en Cataluña, con un compromiso casi fuera de tiempo, aconseja prudencia. Y así se están comportando, con cautela, los máximos responsables de los partidos asturianos. Pero en privado se muestran convencidos de que habrá nuevos comicios.

Socialistas y podemistas de la región no dan mayor trascendencia a la reunión que mantendrán la próxima semana los líderes nacionales de ambos partidos, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Y no se la dan porque tanto unos como otros no son partidarios de un acuerdo de ambas formaciones a escala estatal. Consideran que la estrategia que están siguiendo tanto Sánchez como Iglesias es la misma de Javier Fernández y Emilio León en el Parlamento del Principado: mucho aparataje y nula efectividad; exceso de ruido y ausencia de contenidos.

Pero una cosa es que los partidos políticos asturianos con representación parlamentaria vean muy factible la convocatoria de nuevas elecciones y otra es que consideren que éstas, de celebrarse, vayan a servir para demasiado. Todos están convencidos de que los resultados no diferirán mucho de los del pasado 20 de diciembre. Pero también argumentan que las subidas o bajadas de unos y otros pueden ser trascendentales (o al menos, deberían) a la hora de mantener o rectificar estrategias. Porque una situación de bloqueo como la actual, tras unos nuevos comicios, sería, simple y llanamente, una provocación, una ofensa a los ciudadanos.

Antes o después alguien debe ceder. Pero, por ahora, no se vislumbran cambios. Todo lo contrario. Y tiene su lógica que así sea. Por ejemplo, si tras el 20-D el candidato socialista a la Presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez, no asumió la derrota (los peores resultados de su partido en unas generales), cómo puede pensar alguien que dé ahora un paso atrás, cuando, además, intentó y sigue intentando ser investido como jefe del Ejecutivo. Lo mismo se podría decir del popular Mariano Rajoy. Es verdad que ganó los comicios en diciembre, pero es que el PP perdió más votos que el PSOE. No pasó nada. En otros países, probablemente, una situación así se hubiese saldado con las dimisión de sus protagonistas.

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