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Javier Morán

El Cormorán

Javier Morán

Altura del barro

Hay un vuelco en la variante de Pajares de tamaño suficiente como para chiflar. Resulta que la empresa adjudicataria de la instalación de los raíles se fue a su casa y argumentó que el retraso de la obra le impedía trabajar en condiciones, y que, además, el Adif (Administrador de Infraestructuras Ferroviarias) tendría que abonarle más dinero en concepto de sobrecoste por dicha demora. Pues bien, la Abogacía del Estado, cuyo cometido obvio es el de defender al Estado, dice en un informe que la espantada de la empresa no se justifica bajo ningún concepto y menos por su argumento de que Campomanes tiene un talud que avanza sobre el trazado de las vías y así es imposible trabajar. La citada Abogacía estatal añade que es no es culpa del Adif. Bueno, aquí es donde ya se nos caen los palos del sombrajo, porque en la maldita obra ferroviaria astur-leonesa se acumulan los despropósitos. ¿Quién aprobó el trazado junto a la ladera de Campomanes?, ya que hace muchos años que la autovía del Huerna iba a conducirse por ese lugar, pero se dieron cuenta del problema y la alejaron. ¿Y quién recibió la obra civil con los túneles convertidos en canales de agua? Vamos a ver: ambos sucesos son de suficiente envergadura catastrófica como para que Fomento hubiera ofrecido alguna explicación en lugar de tratar a los asturianos como si fueran una tribu inferior, o hijos de un dios menor. Son también dos asuntos que dejan a la Administración a la altura del barro, pero de mucho barro, por lo que una comisión investigadora tendría cosas muy suculentas que exhumar.

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