Los economistas son simpatiquísimos. Al menos los asturianos. Y que coste que no quiero cebarme porque alguno de los que recientemente ha salido a la palestra, opinando sobre el envejecimiento de nuestra población, es amigo muy querido y con tanto enemigo por ahí suelto no estoy dispuesto a perder a ni uno solo de los míos.
Proponen básicamente dos soluciones. Traer parejas en edad fértil y fomentar la natalidad.
Veamos. Una pareja alóctona al llegar a Asturias se adaptará inmediatamente a los usos locales y tendrá similar descendencia -o sea, una quasi no descendencia- que las de aquí. Y si no será por un fuerte efecto etnicista de manera que se soluciona un problema y se crea otro. En todo caso para que vengan hay que pagar. Lo mismo que en toda política natalista imaginable.
Conclusión: los economistas domésticos son endémicamente socialistas. Solo tiene soluciones estatalistas, de gasto, subvención y tal y tal y tal. Peor el remedio que la enfermedad porque si estamos en las últimas ¿de dónde van a salir semejantes estímulos?
Nunca se les ocurre lo elemental: crear riqueza. Y no se les ocurre porque solo se crea riqueza con libre mercado y eso, amiguitos, jamás, jamás, jamás.
Ítem más. ¿Es Asturias la escala a considerar? ¿lo es siquiera España? Creo que no. La unidad que cuenta al respecto a Europa. Y ya se ve cómo se las gasta el viejo continente e islas adyacentes con los migrantes.
Solo la Europa de los mercaderes, que tanto odia la izquierda, puede solucionar el gravísimo problema demográfico en curso.