El número uno, probablemente, entre los patriotas españoles, el expresidente José María Aznar, está hecho una furia por las filtraciones sobre cierto asuntillo que le enemistó con la Agencia Tributaria, ese ente peligrosísimo comandado por otro de los ministros urticantes, Cristóbal Montoro. Decir que Aznar es un patriota no necesita excesivas explicaciones, pues preside un organismo llamado FAES, un tanque de pensamiento sobre el futuro de la patria; un futuro liberal, claro. Además, Aznar llevó a su patria a una guerra, la de Irak, que ha sido una cagada completa, aunque no dudamos de que acertó con el bando en el que había que colocarse. Pero vengamos al presente porque Aznar presentará una denuncia ante la Fiscalía General del Estado por revelación de datos tributarios, pues estima que una mano negra en el Ministerio de Hacienda ha desvelado sus cuitas para desacreditarle y presentarle como un defraudador. Esto último es muy injusto, ya que a miles, o tal vez a decenas, o a cientos de miles de españoles, les envía la Agencia Tributaria una de esas célebres "complementarias" y, evidentemente, entre toda esa gente también tiene que haber patriotas liberales de derechas. De hecho, el ideario ultraliberal sostiene que Estado y su voracidad fiscal han de reducirse hasta que la nación ocupe el estadio anterior a la barbarie. Ahora bien, hay que darle la razón al expresidente en que Hacienda y el Fisco hacen cosas muy raras. Por ejemplo, tiene que venir un "pool" de periodistas para que la ominosa Agencia Tributaria se ponga a investigar a varios patriotas por sus amistades panameñas. Pero, por otro lado, este caso de Aznar se parece en algo a aquella declaración del IRPF de Esperanza Aguirre que se filtró unos días antes de los comicios autonómicos de 2015 y que, según ella, le provocó una caída inmediata del doce por ciento en intención de voto. Qué casualidad que dos importantes ladradores de Rajoy anden con las mismas penalidades.
