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Inventario de perplejidades

Los famosos maletines

El ritual previo a la última jornada del campeonato sobre los amaños y las componendas en los resultados

Todos los años, en vísperas de la última jornada de la Liga de Fútbol, se habla de posibles amaños en los resultados de los equipos que se juegan el liderazgo del campeonato o corren el riesgo de perder la categoría. La sospecha de que existe una clandestina concertación de voluntades en ese sentido tiene una larga tradición pero hasta la fecha, al menos en España, no pasa del umbral de la conjetura o de una denuncia que nunca acaba de concretarse en un fallo judicial esclarecedor.

En las últimas temporadas se han investigado supuestos sobornos a jugadores en partidos disputados por el Zaragoza, Levante, Osasuna, Racing de Santander y Getafe, pero de momento, que yo sepa, no se ha llegado a ninguna evidencia. Y al final todo queda en declaraciones ambiguas a programas de radio, desmentidos rotundos de los presuntos implicados, y mucha cháchara a cargo de ese señor tan locuaz que preside la Liga de Fútbol Profesional. Nada comparable con lo ocurrido en Italia en la temporada 2005-2006. En aquella ocasión el mundo del fútbol se conmovió con el descubrimiento del llamado caso Calciopoli, una investigación judicial que puso al descubierto el soborno a árbitros de fútbol por directivos de importantes entidades como la Juventus de Turín, el Milan, la Fiorentina, o el Lazio de Roma. El primero de los clubes mencionados, que entonces era propiedad de la poderosa familia Agnelli, fue el más perjudicado, ya que las autoridades deportivas lo sancionaron con la pérdida de los dos últimos títulos conquistados (2004-2005 y 2005-2006) y el descenso a la Segunda División, categoría en la que empezó a competir con 30 puntos menos. Pero no pararon ahí los escándalos porque en el año 2012 el entrenador de la Juventus Antonio Conte y varios jugadores internacionales fueron investigados por supuestas manipulaciones de los resultados, y en el 2015 el presidente de un club más modesto, el Catania, fue detenido tras haber declarado que había comprado cinco partidos por 100.000 euros.

Desde que me intereso por el fútbol y sus alrededores, la sospecha de que los partidos se compran para ganar títulos, conservar la categoría o lograr un ascenso, está muy arraigada entre los aficionados. Y todos los años por estas fechas se habla en los medios de extraños individuos que circulan cerca de los estadios portando unos maletines negros llenos de dinero. Ahora bien, el problema comienza al determinar quiénes pueden ser los corruptos que nos garanticen el buen fin de la operación.

El fútbol es un deporte en el que los protagonistas principales son el presidente del club y su directiva, el entrenador, once jugadores titulares y tres hipotéticos sustitutos dentro de una plantilla de hasta 25, y un árbitro y cincoL auxiliares. Comprarlos a todos resultaría carísimo y cualquier disconforme con el reparto pondría en peligro la operación. Comprar solo a la directiva no nos garantiza nada porque los rectores del club no le dan patadas al balón en la dirección deseada. Comprar a los jugadores también es peligroso porque hay que contar con unos cabecillas que hagan de intermediarios con el resto de sus compañeros. Y comprar solo al árbitro y resto de auxiliares canta demasiado. En cualquier caso, como tema de conversación es impagable. No se agota nunca.

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