Suponemos que sin ningún asomo de vergüenza por parte del ministro del Interior en funciones, Jorge Fernández Díaz, la Jefatura Superior de Policía de Madrid ha mandado archivar el delirante caso de esa joven asturiana a la que el pasado domingo, en Madrid, se le acercaron dos sabuesos policiales y tras observar su bolso con insuperable sagacidad debieron de oler algo extraño. Y así fue, pues le entregaron un acta de denuncia porque vieron en él las siglas A.C.A.B., o sea, "All Cats Are Beautiful", todos los gatos son hermosos -lo cual es una petición de principio, porque en realidad lo que son es un poco zorros-. Sin embargo, en su diccionario de acrónimos sospechosamente habituales los agentes debieron de encontrar que eso significaba "All Cops Are Bastards". Con todo, lo más significativo del caso es que los policías no se fijaron en que A.C.A.B. estaba escrito sobre una corona que orlaba el dibujo de un gato. Pero, ¿quién sabe?; a lo peor fue eso lo que les mosqueó más que si el dibujo hubiera sido de un tigre, de una cobra o de un yihadista. Pero no culpemos del todo a estos policías, ya que esa inclinación a penalizar una pajita en el ojo ajeno más que una viga -o más que una montaña de neumáticos en Seseña, o una bandada de atracadores de hogares en Gijón, o por ahí seguido-, se debe sin duda a esa Ley de Seguridad Ciudadana, calificada de "Ley Mordaza", que con tanta vergüenza ajena promulgó el Gobierno del PP. Por cierto, esto nos recuerda al capitán Achab, que en ocasiones también se escribe Acab y al que veríamos de esta guisa flanqueado por sabuesos.
-Usted debe de ser el tipo ese de Moby Dick.
-¿Cómo lo ha sabido?
-Porque le falta a usted una pierna y lleva un arpón gigantesco.
-En efecto, y me dispongo, como don Quijote, a desfacer entuertos y a medir las costillas de algún gilipoyas.
-Pues queda usted denunciado.
-A tomar por el saco.
