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La peatonalización exige diálogo con los vecinos

El Ayuntamiento de Gijón tiene previsto llevar a cabo en los próximos meses nuevas medidas para la racionalización del tráfico en la ciudad, en aras de una creciente mejora de la movilidad urbana. El equipo municipal de gobierno se plantea hacer una prueba en distintos barrios, inicialmente La Calzada y El Llano, y posiblemente también Laviada, que consistiría en suspender la circulación de vehículos un día a la semana en determinadas calles, para evaluar su posterior peatonalización.

Uno de los parámetros que miden la mejora urbana de las ciudades y su sostenibilidad es el espacio que el peatón va ganando paulatinamente al tráfico rodado. El Plan de Movilidad Municipal Sostenible, orientado a conseguir una ciudad cada vez más habitable, pretende fomentar formas de movilidad no motorizadas y el transporte colectivo, mejorando las infraestructuras y servicios con la intención última de hacer más rápidos y eficientes los desplazamientos. A ese objetivo se encamina la nueva iniciativa municipal, que busca extender la peatonalización más allá del centro de la ciudad, donde se han concentrado las últimas propuestas de cierre al tráfico, en general con notable éxito.

Con ser loable la iniciativa, pues la mayoría de los ciudadanos reconocen que una ciudad con menos tráfico es una ciudad más saludable y habitable, el equipo de gobierno ha pecado, en ocasiones precedentes, de hacer de su capa un sayo, imponiendo las medidas más polémicas de la peatonalización sin un debate previo con los afectados. Así ocurrió en el perímetro comprendido entre la plaza de San Agustín, la plaza Mayor y el Carmen, donde los trabajos se iniciaron sin consenso con los vecinos, que criticaron la pérdida de plazas de aparcamiento en una zona donde resulta difícil encontrar sitio para estacionar.

Antes de tomar decisiones que afecten a las personas, al comercio y a los servicios que se prestan, deberían preverse con suficiente antelación soluciones a los problemas que cada proyecto de peatonalización plantea. Se puede acertar con el fondo, ya que la creciente peatonalización de las ciudades conlleva más beneficios que perjuicios, pero la propuesta no será todo lo efectiva que se pretende si se falla en las formas. Lo cual exige mucho trabajo previo de diálogo con los afectados, a los que habrá que convencer de las bondades del proyecto con datos sobre la mesa y con soluciones efectivas a cada problema que la peatonalización plantea.

Un proyecto como el que se pretende, que anuncia el inicio del proceso de peatonalización en barrios populosos de la ciudad, exige debate y consenso, y no sólo con los restantes grupos municipales, cuyo concurso es necesario en la toma de decisiones a sabiendas de que el equipo de gobierno se encuentra en minoría, sino sobre todo con las personas que habitan esas calles y las que en ellas disponen de negocios. Una propuesta municipal que puede resultar loable sucumbiría si no se presenta con antelación a los vecinos ni se les involucra en la toma de decisiones que les afectan muy directamente.

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