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Las razones de una exposición

Indalecio Prieto vuelve a su casa

Con apenas seis años, Indalecio Prieto, nacido en 1883, quedó huérfano de su padre, Andrés Prieto, Depositario de Fondos del Ayuntamiento de Oviedo. Una chica que había sido muchacha en su casa hizo burla de la familia por la situación de pobreza repentina sobrevenida por la muerte del progenitor. A pesar de su corta edad, el niño Indalecio Prieto se da cuenta perfectamente de la gran humillación de que eran objeto. Toda su vida posterior estuvo volcada a conseguir que nadie fuera humillado por ser pobre.

La universalización de los derechos laborales y asistenciales fue alcanzada, tras la Segunda Guerra Mundial, por los socialdemócratas europeos, entre los que podemos incluir, con todo merecimiento, a Indalecio Prieto Tuero. Ahora, con la globalización, con tantas personas en el paro o ganando de salario 200 euros mensuales, hemos llegado al final de aquel ciclo social y económico, estando en peligro el Estado de bienestar social. Esta es la primera razón por la que es justa esta exposición que mañana se inaugura en la plaza de Trascorrales de Oviedo dedicada al gran político asturiano.

Aunque la madre de Indalecio Prieto, huyendo de la miseria, se trasladó con sus hijos a Bilbao, el político ovetense nunca perdió la vinculación con su tierra. En 1933, tuvo que interrumpir momentáneamente su discurso en el teatro Campoamor por la emoción de hallarse de nuevo entre sus paisanos. Participó en la organización de la Revolución del 34, a la que, después, consideró un error, por lo que pidió perdón. Muchos de sus amigos más próximos, así como algunos de sus colaboradores más leales, eran asturianos, como Pérez de Ayala, como Sebastián Miranda, como Amador Fernández "Amadorín", o como Teodomiro Menéndez, Subsecretario con Prieto en el Ministerio de Obras Públicas (1931-1933), con el que realizó obras en Asturias, en El Musel, en el puerto de San Esteban de Pravia y en Tazones, además de una gran labor en toda España con la elaboración del Plan Hidrológico Nacional y con una importante contribución a los proyectos de desarrollo del ferrocarril y del metro madrileño.

Sus ideas no han perdido vigencia. Su europeísmo, con la apelación a las grandes potencias aliadas europeas para la restauración de la democracia en España; su rechazo hacia Stalin y el bolchevismo, su oposición a la dictadura de Primo de Rivera, así como la crítica implacable al reconocimiento del franquismo por la ONU y las potencias occidentales; también, la exigencia de un referéndum previamente a la restauración de la monarquía. Fue firme y flexible a la vez frente al nacionalismo vasco, promoviendo, en plena guerra su Estatuto de Autonomía.

A la Juventudes Socialistas les pide : "Sed indulgentes con el error, pero implacables con la deshonestidad" (Adelante, 26-12-1946). Dado que Indalecio Prieto no tuvo acceso a una formación académica, tiene un gran valor su defensa de la educación: "Cuando no existen las posibilidades de educarse, de levantarse dentro de la masa corpórea la estatua magnífica de un espíritu cultivado, no se es hombre y mucho menos se puede ser ciudadano (Cuenca, 1º de Mayo de 1936). Critica el pragmatismo de corto alcance, por eso pide a los jóvenes (Renovación, Mayo de 1962): "Caminar decididos hacia la altiplanicie del ideal".

Cuando a comienzos de 1962 es atendido por médicos y enfermeros de origen asturiano en el Hospital Español, poco antes de morir en su casa de México DF, dice: "Yo soy un hombre afortunado, porque nací entre asturianos y muero atendido por asturianos".

Tras Bilbao, Madrid y México, Oviedo rinde homenaje al gran político socialista asturiano, gracias a la Fundación Indalecio Prieto, dirigida por el avilesino Alonso Puerta, gracias también al Ayuntamiento de Oviedo y al Gobierno del Principado por medio de la Consejería de Cultura y el Archivo Histórico de Asturias, con la colaboración de otras Instituciones como la Fundación José Barreiro.

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