Con paso tardo aunque firme, vuelve el cronista donde solía con esta columnita de prestado que cumplió el cuarto de siglo en 2015, tras dos décadas en otras tierras por una agitada vida profesional.
Quienes por experiencia podemos comparar, sabemos que algo hemos cambiado: criterios de estreno, distintas costumbres, nuevas tecnologías, historias diferentes, problemas emergentes? Éste es otro mundo, más cercano, más cómodo, más prometedor. Pero también más inquietante y peligroso.
Sin olvidar cuanto quedó pendiente de resolver aquí: la minería, el tren con la meseta, el desequilibrio demográfico, la inmigración extranjera, la recurrente obsesión laicista, las corridas de toros, la industria regional? En fin, la ya lejana guerra civil, replanteada por Zapatero y retomada ahora mismo entre nosotros con tintes conflictivos.
Pero, desde la perspectiva de un veterano del oficio, lo que se saca en limpio es que en el fondo hay poco nuevo bajo el sol. Glosábamos entonces, por ejemplo, un curioso manifiesto contra la xenofobia con su "exigencia" de puertas abiertas sin límites para inmigrantes y refugiados. La pregunta es quiénes lo rubricaban.
Recuerdo algunas firmas felizmente coleantes: Cristina Almeida, Juan Alberto Belloch, Víctor Manuel, Ana Belén, Antonio Gala, Nuria Espert, Victoria Vera, Imanol Arias? Y por ahí seguido. ¿No parece de hoy mismo?
Empieza un agosto lleno de incógnitas. Abrochémonos los cinturones. Otro día hablaremos de las calles y sus nombres.
