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Una carta de Dionisio de la Huerta

Dionisio de la Huerta era un gran escribidor de cartas. El tema de éstas solía ser el Descenso del Sella y Asturias. Pero el hecho de ser escribidor de cartas no era un rasgo asturiano, sino catalán. El asturiano tradicional sólo escribía para comunicar un gran acontecimiento familiar, con frecuencia el fallecimiento de algún pariente o vecino del pueblo. Cuando Dionisio -residente durante los inviernos en Barcelona- recibía una carta de Coya, su pueblo de Piloña, se echaba a temblar. Él lo expresaba muy bien: "Si un asturiano te escribe, ponte en lo peor; si un catalán no te escribe, ponte, igualmente, en lo peor". Aproximadamente, por cada carta que Dionisio recibía de Emilio Llamedo -otro gran impulsor del Descenso del Sella- él le escribía tres o cuatro. Siendo muy consciente de todo lo que la fiesta del Sella debe a la televisión, censuraba la comodidad de quedarse en casa y ver el Descenso por la entonces llamada pequeña pantalla, "que por eso se está convirtiendo en un nuevo enemigo del Sella". "En el fondo, todo el atractivo del Sella reside en esa esencia tan asturiana de llegarse hasta él un momento (lo mismo da que sea por la mañana, que por la tarde, que por la noche) para poder decirles a todos los selleros aquello que todos sabemos de memoria: Hasta el añu que vien? Hasta el Sella que vien". (Carta de 25-7-1991).

Dionisio consiguió la síntesis perfecta del catalán y asturiano, trabajando por el tenis en Barcelona y por el piragüismo en Asturias; por ejemplo, era puntualísimo al contestar las cartas, como buen catalán, y muy generoso, como buen asturiano; era aficionado a jugar a la lotería, que siempre repartía en participaciones entre sus amigos, los amigos del Sella.

Yendo en el tren fluvial, en pleno descenso, explicó una vez, a vecinos y foriatos que compartían el mismo vagón, que lo más importante del Sella no lo captábamos los residentes en Asturias, sino solamente quienes venían de fuera: lo más importante del Sella -dijo con gran convicción- es la belleza del paisaje inigualable que hay en el entorno de Piloña, Parres y Ribadesella.

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