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Clave de sol

No todo fue tan acertado

Evocábamos ayer, así como a la espera de acontecimientos, los ya lejanos años de la transición política, de los que sin ninguna duda somos herederos para bien y para mal. El acontecer político de las últimas horas pone de manifiesto algunas de las precariedades del sistema y a la vez el que llamaríamos pecado original del llamado Estado de las autonomías que, según cree este comentarista, lleva consigo el germen de la desunión.

Y ésta es seguramente la clave de nuestro problema fundamental: el riesgo de quiebra en la unidad de España. Desde hace cuarenta años ponemos el acento en la casi unánime alabanza sin fisuras de aquella -por tantos motivos- ejemplar transición. Los padres de la Constitución del 78 hicieron un buen trabajo, pero con una reserva de capital importancia: el invento autonómico.

Ayer mismo, en estas columnas -con el expresivo título "Las autonosuyas, tomado de Vizcaíno Casas- describía muy bien don Faustino Pisón su desalentadora experiencia sobre el avance del catalanismo en Gerona y esa lamentable desunión rampante que se extiende, con el absurdo de que lo español sea tachado de "facha". Fruto de aquel error inicial a que aludo: una claudicación de nuestros primeros padres de la democracia con el cándido intento de contentar a quienes no se iban a contentar.

Ponderábamos aquí hace unos días la venturosa realidad de que los españoles vivimos en el mejor de los mundos posibles, hoy en serio peligro de disgregación. Y no sólo por aquel pecado original sino y sobre todo por la dejación de autoridad durante cuatro décadas, muy perceptible en Euskadi y también en Cataluña los últimos tiempos.

El estancamiento actual en la formación de Gobierno perjudica la cohesión nacional, pero una solución en precario supondría un aplazamiento del problema. Queda desear que los protagonistas busquen primero el interés de España.

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