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Magistrado jubilado del Tribunal Supremo

Educación ética y moral

Por qué a Rajoy se le achacan todas las inmoralidades sin alusión alguna a sus aciertos

¿Por qué somos tan hipócritas? ¿Por qué la mayoría de los españoles olvidamos principios éticos elementales, y al igual que nuestros políticos, vemos la mota en el ojo ajeno y no vemos la viga en el nuestro?

A modo de ejemplo, traigo a colación cómo en el momento actual, quizás por los fracasos electorales y el vicio de nuestros políticos, siempre en negativo, de no exponernos sus programas sino atacar al contrario achacamos al Sr. Rajoy todas las inmoralidades que se pueden dar en la vida política, sin alusión alguna a sus aciertos en el gobierno de la nación y con total desmemoria del resto de los hombres públicos y de nuestras miserias.

Independientemente de ser el personaje a combatir, por haber sido el más votado en las elecciones, uno de los motivos que dan origen a estos ataques es que en las tareas que tuvo que realizar en el ejercicio de su cargo olvidó que no sólo gobernaba para su partido sino también para el resto de los españoles que no le votaron, y así se comprende que todos aquellos políticos que se sintieron ignorados lo rechacen ahora casi de manera visceral, pues si su visión política hubiera sido más amplia tendría que haber atendido, por ejemplo en materia presupuestaria, algunas de las propuestas que le hacía la oposición, pues hay que suponer que tendrían algunas buenas ideas o proyectos. Aunque todos los que le precedieron en el gobierno en mayor o menor intensidad incurrieron en el mismo defecto, es en otros ámbitos en los que destaca la hipocresía, fundamentalmente cuando se le imputan todas las irregularidades que resultan de los papeles de Bárcenas, de los que se puede deducir la financiación irregular del partido, e incluso de ingresos en beneficio propio.

¿Pero esto es nuevo en nuestra democracia? ¿No recuerdan cuando el Sr. González negaba en sede parlamentaria las subvenciones del Partido Socialista alemán y, años después, el primer ministro de esa nación confirmó su realidad en aquel Parlamento? ¿No recuerdan las discusiones de los partidos en Cataluña que resultaron televisadas, de las participaciones del 3 ó 5% de los importes de las obras que se adjudicaban, forma de financiación que existió prácticamente en toda España? ¿No recuerdan cómo se elegían o eligen por los distintos organismos a los secretarios e interventores, alterando la forma anterior en la que eran estos profesionales los que solicitaban destino de acuerdo con las normas de los respectivos cuerpos? ¿No recuerdan los Eres de Andalucía? Y así hasta el infinito, aunque ahora parece que a todo el mundo le llame la atención el blanqueo de 1.000 euros, que independientemente de su cuantía no deja de ser delito y debe ser sancionado, si es cierto el hecho que se imputa.

Sin embargo si nosotros defraudamos a Hacienda en el pago de nuestros impuestos obteniendo un beneficio y perjudicando a los demás, pues lo que no pagamos por esa trampa otros tendrán que suplir nuestra falta, ¿no estamos actuando hipócritamente cuando acusamos a los políticos?

Pero no nos llamemos a engaño, todo ello es posible porque nuestra sociedad carece de la educación ética o moral que tuvieron otros pueblos, donde por ejemplo la mentira está excluida de la vida social y de la vida política; donde los ciudadanos colaboran en el mantenimiento de los bienes comunes, en la prevención de los delitos... etcétera. Copiar, en nuestros estudiantes, no es infrecuente y quien lo logra, al igual que quien elude el pago de impuestos, por ejemplo, incluso presume de ello. He conocido centros educativos que, ante pruebas oficiales, colocaban a sus alumnos en determinado orden para que pudieran copiarse, o que en competiciones deportivas con límite de edad, falseaban la de quienes competían para tener ventajas físicas. ¿Si este ejemplo recibían los alumnos, de qué calidad era su educación?

Creo que es urgente que quienes en España están dedicados a esa formidable y hermosa tarea de la educación, prescindiendo de otros idearios, se pongan de acuerdo de una vez para transmitir a sus educandos los valores éticos como la libertad, justicia, responsabilidad, dignidad, solidaridad... etcétera que ha de ostentar el ser humano en la sociedad actual, un ser humano íntegro, independientemente de su nacionalidad, raza o condición, para que así podamos soñar que un día no tengamos que soportar a unos políticos como los actuales. Mientras tanto, creo que los políticos podían dar ejemplo eliminando esas conductas, pues a mi juicio tienen la obligación de educar al pueblo, pues para eso tienen entre otras facultades la de dictar leyes y normas.

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