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Xuan Xosé Sánchez Vicente

De todos y de nadie

Las opiniones contrapuestas sobre la propiedad de los bienes culturales

El Gobierno pretende alquilar La Cuevona, en Ribesella, a empresas privadas para que realicen allí actos culturales. Veo que el portavoz de Pueblu -una candidatura izquierdista de varios componentes- cuestiona la idea.

Uno de los argumentos que utiliza es el del destino del dinero que ganarían las empresas que organizasen los actos. "Dónde va ese dinero", se pregunta, y "cuánto se benefician de él los riosellanos". Me sorprendo.

A comienzos de los ochenta presidía yo la Fundación de Bellas Artes (de que dependía la OSA, hoy OSPA) y la de Cuevas y Yacimientos Prehistóricos. En función de nuestra concepción de Asturies y animado por el entusiasmo de Juan Ureta, decidimos preparar los accesos a La Cuevona, sanear esta y que la OSPA diese allí un concierto, el primero que hubo (digamos, de paso, que se dejó en marcha el museo didáctico de Tito Bustillo). En toda esa actividad, Ribesella no puso ni una perrona. Supongo que, hasta hoy, las cosas habrán seguido igual. Luego no existen razones económicas para que Ribesella exija su participación o control en los ingresos.

Por otro lado, los habitantes del concejo se benefician del atractivo de Tito Bustillo y sus instalaciones, así como lo hacen de cualquier espectáculo en La Cuevona. Los visitantes dejan su dinero durante todo el año y eso se traduce en empleo. Esa es la respuesta a la pregunta doble del concejal.

En otro orden de cosas, las argumentaciones del edil de Pueblu, las antecitadas y otras, vienen a incidir en una idea que parece extenderse en los últimos tiempos: la de que son los habitantes de un determinado lugar los que tienen un especial derecho sobre su territorio. Por ejemplo, pretendiendo ser ellos quienes decidan si deben circular los coches por su calle.

Mas el espacio urbano y los bienes culturales no son de nadie en particular, al tiempo que son de todos.

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