Estados Unidos, el país de las oportunidades y líder del capitalismo lleva años lastrando a una lista cada vez más larga de ciudadanos que se quedan atrás y que no tienen mucha esperanza de poder volver a subirse al tren. La de esos trabajadores de zonas rurales o de industrias pesadas y de manufacturación que se han quedado sin futuro al tener que competir con trabajadores de otros países que pueden hacer el mismo trabajo no cualificado por menos dinero desde sus países para beneficio directo de las grandes multinacionales. Capitalismo global puro y duro.
Votar por Hillary Clinton era votar por la imagen de la continuación del sistema establecido. Su agenda, llena de ideas progresistas como favorecer el acceso a la educación o continuar con la promoción de energías limpias resultaron ser secundarias para un electorado desencantado. Eligieron la opción de romper con el sistema, de poner en la mesa oval a un personaje transgresor y agresivo que ataca a políticos, medios de comunicación y todo lo que se le ponga por delante. Un Ganador con mayúscula que promete hacer América grande de nuevo y les ofrece una esperanza de algo diferente y mejor.
Y tal vez lo sea a corto plazo para aquellos que compiten por trabajos que no requieren cualificación. Trump cerrará fronteras y se preocupará de favorecer a las empresas y trabajadores americanos usando viejos sistemas bien conocidos como invertir en carreteras, extracción de energías fósiles o armamento. Beneficio a corto plazo que puede aportarle mucho apoyo inmediato. El problema está en el futuro que toda su política económica dejará atrás. En un momento en el que EE. UU. es realmente el motor innovador de los sectores tecnológicos y de energías renovables y que estas comienzan a ofrecer opciones para un futuro más halagüeño para el planeta que se encontrarán nuestros hijos, el "Trump President" es una horrible noticia. Por otro lado, los más desfavorecidos, aquellos sin oportunidad de trabajo, inmigrantes ilegales, enfermos, o en la calle, se encontrarán aún más descolgados y con un futuro aún más descorazonador, pues el gasto en cobertura sanitaria y asuntos sociales será recortado drásticamente. Esto conllevara mayor desigualdad e injusticia y la delincuencia y mano dura contra ella crecerán, aumentando la sensación de inseguridad.
Trump se ve como un ganador, y como tal, en materia internacional veremos un líder que usará su poder para imponer su agenda. Cuando en comercio una parte gana todo, otros pierden mucho. Y él, como presidente de la nación más poderosa hoy en día, jugará con la mejor mano casi todas las partidas. Esto no ayudará a crear un mundo más igualitario donde no hay grandes ganadores y vencidos, sino un beneficio común para el bien general de todos. El "Brexit" ya significó un voto en esta línea por parte del Reino Unido. Las desigualdades crecerán y la migración forzosa desde países en guerras y con un futuro corrupto seguirá fluyendo, con medidas cada vez más rigurosas e inhumanas para frenarla.
Desde Seattle, ciudad extremadamente progresista, donde vivo y trabajo desde hace ya casi 15 años, la gente se echa las manos a la cabeza y culpa en parte al sistema electoral vigente, donde no gana el candidato con más votos populares, sino que lo hace aquel que vence en el mayor número de estados, dándole a cada estado un número de escaños dependiendo de su población. Sin embargo, creo que este sistema es el correcto por ser más justo y otorgar más peso a los ciudadanos que no viven en grandes núcleos urbanos. De otra manera, los políticos abandonarían totalmente los pequeños pueblos para ganarse simplemente el voto de aquellos que viven en las grandes urbes. Si para algo han servido estas elecciones es para demostrar que los políticos deben escuchar las voces de todos los americanos, y una gran mayoría de ellos están hartos de los juegos sucios y de intereses que se manejan para beneficio de los que están en las altas esferas. El puñetazo en la mesa lo han pegado, pero lamentablemente la opción elegida no creo que sea mejor.
