Ningún columnista va a reconocerlo, pero a menudo empiezas un artículo con el objetivo de defender una tesis inapelable, que varías sin sonrojo a mitad de la galopada. Así ocurrió con este documento definitivo sobre el papel de la mujer en las teleseries, las manifestaciones culturales hegemónicas en la contemporaneidad. En medio de un atracón de fin de semana, entendido como el consumo de más de cuatro capítulos consecutivos, me sentí alarmado por la proporción de asesinatos de mujeres diseñados por los guionistas. Entiéndase bien, la muerte violenta aporta la esencia de la atracción del espectador, de ahí que todas las novelas y series sean hoy negras. El problema estaba en la proporción de las víctimas por sexos, diez a uno en contra de los cadáveres femeninos.
La extraordinaria serie suecodanesa "El puente" se inicia con un cuerpo de mujer cortado por la mitad. La tendencia se acentúa en productos recientes, como las británicas "Happy Valley" y "The fall". Algún mago de la televisión ha concluido que la audiencia se dispara si la víctima es mujer. En los dos últimos títulos, las muertes van acompañadas de ultrajes físicos que invitan a retirar los ojos hipócritamente de la pantalla. Es ficción, pero llegas a sentirte culpable, como si voluntariamente eligieras productos denigrantes para la condición femenina.
De esto iba el artículo primitivo, pero a continuación reparé en que las teleseries han concedido también un poder inusitado a las protagonistas, frente al machismo de Hollywood. La autista sueca de "El puente" bordea la perfección. Los asesinatos femeninos de "Happy Valley" y "The fall" son perseguidos por mujeres policía, que gobiernan su vida profesional y su agenda sexual. La extraordinaria "Borgen", la mejor serie política desde "El ala Oeste" de la jefa de prensa C.J., se centra en una primera ministra danesa. "The good wife" es el folletín más efectivo de la historia, con la abogada Julianna Margulies/Alicia Florrick permanentemente en pantalla y el asesinato, excepcionalmente, del protagonista masculino Will Gardner. Así que ahora pienso lo mismo y todo lo contrario sobre las mujeres en las teleseries. Llámenlo coartada.
