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Nueces de California

La gallina de los huevos de rodio

La importancia de que los científicos tengan opinión sobre la realidad

No es la primera vez que algún lector de LA NUEVA ESPAÑA que sigue Nueces de California se dirige a mí a través del email de la Universidad haciéndome reflexiones muy interesantes e incluso planteándome la posibilidad de que trate algún tema que les interesa. Quisiera aprovechar la ocasión para agradecer la acogida que han tenido mis artículos. Cada vez me sorprende más la importancia que tienen los medios de comunicación en la construcción de una sociedad más libre y justa. Unos me dicen que les encanta cuando hablo de educación y que prefieren mis artículos cuando no hablo de política, que es un tema muy manido.

Yo siempre digo que no hablo de política, pero que todo es política, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, y que es importante que los científicos tengamos una posición clara sobre los temas de la actualidad, sin entrar en chabacanerías. Creo que era Franco quien decía: Usted haga como yo, no se meta en política. Dicen que así zanjaba el dictador las discusiones entre sus ministros. Si les digo la verdad, me suelen aburrir los tertulianos que pretenden darle vuelta al lugar común y que se dicen expertos de lo divino y también de lo humano. Cuando algo funciona mal, hay que criticarlo con respeto y un punto de vista constructivo. Criticar por criticar -como suele ser el caso entre los partidos políticos- no tiene sentido.

Siempre que los científicos han dejado de tener opinión sobre la realidad que les afecta han surgido los problemas, las dictaduras, el uso de la ciencia como arma arrojadiza. Se suele decir, por ejemplo, que si los físicos antes de la segunda guerra mundial hubiesen tenido una postura política mucho más humanista, nadie habría construido una bomba nuclear y las armas atómicas nunca hubiesen existido.

Todo empezó en 1939 cuando Niels Bohr y Enrico Fermi, en una conferencia en la Universidad Georges Washington, anunciaron que en Europa habían descubierto la fisión nuclear, que consiste en dividir el núcleo pesado de un átomo (normalmente de uranio) en otros dos núcleos aproximadamente iguales al ser bombardeado con neutrones, que son partículas sin carga, originando un gran desprendimiento de energía y la emisión de otros dos o tres neutrones, que cuando pierden parte de su energía pueden contribuir a la realización de reacciones en cadena, como las que acontecen en un reactor nuclear. En esa reunión se habló de la remota posibilidad de utilizar dicha tecnología con fines bélicos, pero ninguno de los participantes, desgraciadamente, tuvo el valor de tomar la palabra e invocar cuestiones éticas. Al principio, todas estas investigaciones no eran secretas, y ninguna de las figuras del momento, como Bohr o Einstein, tuvo el valor de poner a salvo a la humanidad del peligro atómico.

La ciencia no debería ser nunca manipulada por la política o los intereses nacionales. Cuando Hitler invadió Polonia en septiembre de 1939, se esfumó la posibilidad de una humanidad sin armas atómicas. Por esa misma razón creo que los profesores universitarios, que deberíamos ser un modelo para la sociedad, dado nuestro grado de formación y conocimiento en muchas áreas, debemos tener una posición política en defensa del interés público y de los más débiles, y aunque pueda sonar a iluso, ser garantes de la democracia. Por eso es tan importante la queja pública. Si los que sabemos y podemos asentimos, entonces el futuro será aún más negro. Queda, pues, realizado el alegato.

Otros muchos me piden que hable de Estados Unidos, de la experiencia americana, que compare lo que es comparable y lo que no. La semana pasada un amigo me pidió que escribiese en la misiva que su empresa envía a otras empresas asociadas sobre la comparativa entre las universidades españolas y americanas, y de aquí surgió la gallina de los huevos de rodio.

"Todo parecido con la realidad es pura coincidencia", así podría resumirse la comparación entre las universidades españolas y las "Seven Sisters" americanas, y si consideramos las cincuenta o cien primeras, la comparación seguiría siendo grotesca. Es como la novela del perfume. El protagonista Jean Batipste Grenouille, con un olfato privilegiado, no comprendía que el agua tuviese un único nombre. ¿Lo que se llama universidad en EE UU y en España es lo mismo? ¿Cuál es el origen de esta diferencia? Hay muchas razones. La sociedad americana está basada en el mérito y en el esfuerzo, y las mejores universidades tienen en sus filas a los mejores profesores, séniors y noveles. Todo empieza por un proyecto de investigación que la universidad habilita, y que suele estar en relación con los organismos que los financian. Los directores de departamento son elegidos mediante un riguroso proceso de selección ("by appointment") por los responsables de dichas universidades y son los encargados de desarrollar estas líneas. En USA al "tenure track" (la famosa plaza) se llega después de un gran esfuerzo docente, y sobre todo investigador. No existe la endogamia porque nadie querría a un inepto en sus filas. Además, cuando el profesor es fichado se le acuerdan unos medios acordes al proyecto que desea realizar, y al cabo de un periodo de tiempo (tres a cinco años) se auditan los resultados. Las universidades americanas apoyan a sus profesores. Así, llevar el sello de la Universidad de Berkeley o Stanford te abre multitud puertas a la hora de buscar financiación y de elegir a los mejores alumnos.

Otro factor determinante es el mecenazgo por parte de las grandes fortunas, o de aquellos egresados que deciden compartir parte de su riqueza con las universidades que los han formado. Además, las empresas americanas suelen ser las primeras en apoyar a sus universidades a través de becas de investigación y de consorcios industriales. Señores empresarios, les propongo algunos simples ejercicios para que comprendan: 1. ¿Cuántos doctores tienen en su empresa? 2. ¿Cuántas veces han participado en programas de mecenazgo? 3. ¿Está basada su empresa en ventajas competitivas de innovación?, en cuyo caso, ¿cuántas patentes internacionales poseen? Respondan a estas preguntas y comprenderán las diferencias. Recuerden que no estoy hablando simplemente de éxito, sino de creatividad, de innovación, de disrupción.

Nada es fruto del azar. Estados Unidos posee un sistema de innovación incomparable. El sueño americano es aún una realidad. La palabra "smart" (elegante e inteligente) adquiere en USA su verdadera dimensión. Mientras tanto, en España, las universidades poseen presupuestos miserables y son incapaces de promocionar el mérito y el talento al lugar que éste se merece, independientemente del índice H o del punto G, que en realidad es pura falacia, pues beneficia a grandes grupos con medios de investigación onerosos. La política de café para todos termina con que al final todos tomemos achicoria. Es una pena, porque los investigadores españoles, cuando emigran, suelen triunfar, y no es sólo cuestión de medios, sino de ecosistema, de saber priorizar y reconocer que lo esencial es invisible para los ojos. Solo se ve bien con el corazón, como le dijo el zorro al Principito.

Señores decisores, tomen partido, pues crear y recrear no es lo mismo. Sobra farsa, falta realización. Cuiden a las gallinas que ponen los huevos de rodio. Los recursos humanos son siempre rentables.

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