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Alberto Menéndez

Medir las palabras

La prudencia es una virtud que escasea en demasiadas ocasiones entre los políticos. Gusta más, se considera que es más rentable, el atrevimiento, la temeridad, el arremeter contra todo y contra todos aun a sabiendas de que se pueden cometer errores, y que estos fallos, al final, pueden tener desagradables consecuencias para determinadas personas. Precipitarse a la hora de valorar actuaciones como la del martes en la sede regional de UGT no es aconsejable; sobre todo, porque ya de por sí los hechos son tan contundentes que no necesitan comentarios abruptos añadidos; opiniones que pueden acabar pasando factura a quienes las emiten.

Por supuesto que cualquier asunto relacionado con presuntas corrupciones en donde esté en juego dinero público es algo muy apetitoso para cualquier partido. Pero deben de tener cuidado, no pasarse de frenada y llevar sus acusaciones a terrenos demasiado pantanosos. Porque una cosa es la política y otra la ley, y confundir una cosa y otra puede ser muy peligroso.

La mayoría de los grupos políticos con representación en la Junta General del Principado tuvo una reacción comedida tras las detenciones de conocidos sindicalistas asturianos y el registro de la sede regional de la UGT, en Oviedo. El PP fue algo más lejos al exigir una "aclaración contundente" por parte del Gobierno autonómico "y que se garantice que los fondos han sido correctamente utilizados". Pero Podemos, una vez más, apostó por la belicosidad, sin matices. Su secretario regional, Daniel Ripa, acusó a Javier Fernández y a su Gobierno de "obstruir la investigación en el Parlamento y en los Juzgados". Y añadió: "Es lamentable, pero la imagen de Asturias que se exporta al exterior está vinculada únicamente a la corrupción". Así, directamente, sin presunción de inocencia ni nada parecido. Por supuesto que si un Juzgado abre una investigación sobre los cursos de formación es porque tiene indicios de que algo no se hizo correctamente. Pero en estos momentos eso es lo que hay. Nada más. Y la prudencia aconseja no ir más allá en las valoraciones políticas.

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