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Laviana

Más allá del Negrón

Juan Carlos Laviana

Facebook City

Los gigantes de internet extienden sus negocios a todos los ámbitos de la vida

Mientras nos perdemos en disputas estériles y provincianas, como el referéndum ilegal de Cataluña, el mundo sigue su curso. Los gigantes de Internet, con Facebook a la cabeza, siguen dando pasos para convertirse en los nuevos dueños del mundo. El último ha sido el anuncio por parte de Mark Zuckerberg, dueño de la mayor red social del planeta, de que va a construir lo que ya se conoce como la "Facebook Village".

Si se pregunta qué pinta un conglomerado digital construyendo casas, aquí tiene la respuesta: Allá donde no llegan las autoridades, ahí está Zuckerberg para suplir al sector público. Que en Silicon Valley hay un problema acuciante de viviendas -escasas y muy caras- que el gobierno local es incapaz de resolver, no hay problema. Zuckerberg construirá 1.500 viviendas sociales, y no sólo para sus trabajadores.

Las viviendas, muy próximas al cuartel general de la compañía, formarán parte de una auténtica ciudad, con todos sus servicios, de forma que los empleados no tengan necesidad de salir de allí y puedan ir al trabajo andando. Imagínense un mundo en el que su compañero de trabajo es su vecino de al lado, el que está a su lado en el cine y en la cola del supermercado.

Recuerda mucho a la segunda mitad del siglo XX en Asturias, donde las viviendas también se construían en torno a las empresas; de hecho, mi casa fue construida sobre una escombrera cedida por Minas de la Encarnada. Me vienen a la memoria los pisos de Hidroeléctrica, los de la Caja de Ahorros, los de Hunosa, por no hablar de los de los militares.

Pero no es solo Facebook. Apple está construyendo un enorme "campus" para los suyos, con todo lo necesario para vivir. Y Google está levantando un campamento de casas prefabricadas junto a su sede. En otro orden de cosas, el propietario de Tesla, Elon Musk, dice que ya tiene autorización de la casa Blanca para construir el Hyperloop, un supertrén que cubrirá en 29 minutos los 364 kilómetros que separan Washington y Nueva York. Quizá pueda ayudar a que el AVE llegue algún día a Asturias.

A principios de año, corrió el rumor de que Zuckerberg se iba a presentar a las elecciones. Nada sorprendente. Si Trump está gobernando a golpe de tuits, seguramente se desenvolvería mejor el creador y propietario de la red social más potente del mundo, con 2.000 millones de usuarios.

El joven empresario pronto lo desmintió. No lo necesita. Al fin y al cabo, los Likes están sustituyendo a los votos de nuestra vieja democracia. Pero sí hizo público un manifiesto, que viene a ser su programa político: "Nuestras mayores oportunidades ahora son globales (...) Y nuestros mayores problemas también requieren respuestas globales, como acabar con el terrorismo, las enfermedades, la lucha contra el cambio climático o la crisis de refugiados".

Lógico. Si es capaz de sustituir al gobierno para solucionar el problema de la vivienda, parece lógico que lo sustituya a la hora de afrontar estos gravísimos retos para la humanidad. "Tenemos que construir una comunidad global que funcione para todos". ¿No les entra un escalofrío? Recuerda mucho a aquel experimento académico realizado en 1967 para demostrar a los alumnos los peligros del fascismo, que fue llevado al cine en 2008.

A los cinco días, el proyecto llamado "La ola" tuvo que ser suspendido porque los alumnos habían impuesto una verdadera dictadura. ¿Adivinan dónde tuvieron lugar estos hechos? En Palo Alto, centro neurálgico de Silicon Valley.

Tranquilos. No tengan miedo. Seguramente estoy siendo alarmista y paranoico. Ustedes sigan agregando amigos y dando Likes y dislikes alegremente en su muro de Facebook. El joven Zuckerberg se lo agradecerá.

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