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España ha actualizado su estado (III)

Los niños de ahora se encuentran sin duda un mundo difícil, pero tienen resuelto el aprendizaje de las matemáticas. Es muy sencillo. Le dices al crío que va a ganar un millón de euros al año y que tendrá una vida laboral de doscientos veintidós años. La multiplicación sale sola y de paso se resuelve una matemática balompédica. En el Camp Nou, el alto mando ha manifestado su contrariedad por la marcha de Neymar tras el pago de la cifra mágica. Malos tiempos para llamar la atención. Estamos en agosto y las noticias agobiantes hacen lo contrario que el sol de Gijón: salen y se dejan ver. Miren alrededor. Un xiringüelu con carga policial, unos sucesos caribeños que suenan a las aventuras de Tintín con el general Alcázar- cuánto trabajo le va a costar al socialismo español clarificar su lista de amigos Facebook del futuro político, y la lista de amistades compartidas o no. Crucial asunto. El PSOE necesitará tanta inteligencia política como Gijón necesita al sol de agosto y no se sabe qué es lo que veremos antes. En lo que al sol respecta, uno hace patria como puede. Me fui hace muy poco a la playa de San Lorenzo a aprovechar un día de sol con mi hermana María José, que es la mujer con más clase que conozco. Daba gusto ver la playa de la city con un ambiente tan prestoso. Pero ay. Circula por ahí un whatsapp deprimente en el que se ve una foto de la península ibérica iluminada por el color seco del verano y, en la esquina de Asturias, una nube siniestra que nos tapa la cabeza. Consuela un pelín ver que, por un capricho de las atmósferas, esa nube tiene una ramificación en Burdeos. El colmo.

Lo de Neymar: ustedes me dirán. Se nos rompe el récord de las cifras justicieras que premian el esfuerzo de los futbolistas mientras el mundo gira. Para España es una crisis de identidad múltiple: presumimos de saber financiar la mejor Liga del mundo y se nos va uno de nustros trabajadores de honor. Y se lo llevan los vecinos del Norte. ¿Para eso hubo un dos de Mayo? España se esmeró en forjar una Liga que nos desatascara de todos nuestros males. Financiamos- financiábamos- el ocio como los mejores. Ya no. Neymar quiere hacer historia en París. Si lo lograra, provocaría una depresión en Barcelona y alrededores de proporciones de cataclismo y consecuencias sentimentales imprevisibles. La Real Academia tiene que incluir en su diccionario el verbo neymar de la primera conjugación.Y los jóvenes estudiosos, ya saben: a dar patadas a la pelota o prepararse para la política. En fin. Que salga el sol cuanto antes, que ya valió.

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