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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Los 50 días de Germán

Al filo de un verano que culmina entre pedradas de granizo y perdigones de sequía, y cuando los caballos anuncian en el Hípico la llegada del otoño a Gijón -o no, que la meteorología sufre ataques crecientes de esquizofrenia-, podría decirse que la mejor noticia de los últimos cincuenta días en esta ciudad es que Germán Fernández ha abandonado la unidad de cuidados intensivos del hospital donde le atienden y velan por su vida.

Una ciudad entera pendiente del estado de salud de un joven que fue agredido salvajemente, en circunstancias aún por determinar y que la Policía gijonesa sin duda delimitará con su habitual eficiencia, es signo de buena salud mental en medio de la barbarie que acecha. Las personas de bien, que son legión, no alcanzan a entender qué cable de la cabeza se cruza, qué resorte deficientemente soldado se suelta para llevar a varias personas amarradas a la sinrazón a apalizar sin miramiento a un semejante hasta empujarle al borde de la muerte, sin venir a cuento.

En estos cincuenta días ha resultado conmovedora la carta que hizo pública la hermana de Germán horas después de la brutal paliza, una oración sincera para apartar el desaliento; o los serenos pronunciamientos de la madre, atenazada por el dolor pero amarrada a la esperanza; o las quedadas promovidas por los amigos, secundadas por muchos gijoneses anónimos; o los carteles de apoyo en bares y locales de copas de la zona en la que se tejió la tragedia hace semanas.

Seguramente todos esos hechos enternecedores, reunidos al azar, sumaron la fuerza necesaria para conducir ayer a Germán a una habitación de planta del hospital donde le atienden y seguirán velando por su vida, que merece ser fructífera y larga.

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