Hay una lógica, si es que se puede llamar así, instantánea y caníbal en internet. Últimamente sacudió a Indro Montanelli, supertoscano, maestro de periodistas, uno de los analistas más lúcidos del pasado siglo. Alguien "descubrió" que en 1936, don Indro, oficial en la campaña de África, había adquirido una mujer abisinia de 12 o 14 años -existen distintas versiones- como amante o empleada doméstica.
La historia es vieja, procede de la fuente que suministró el propio periodista, él mismo hizo referencia a ello en aproximadamente una docena de artículos publicados en distintas fechas, y también se ocuparon del asunto varios colegas. El mismísimo Montanelli y otros periodistas volvieron a relatar este episodio de la asistente abisinia en episodios biográficos en distintos libros. Pero según los caníbales internautas se trata de una revelación. Cualquier cosa para resucitar la memoria incorporando nuevos epítetos, esclavista, pedófilo, fascista, bárbaro, a su magnífica figura.
Reducido a la impotencia de la muerte desde 2001, Montanelli no ha podido defenderse de algo que nunca tuvo el menor empeño en ocultar. Pero a su alrededor se ha construido un mito que pretende destruir la enormidad de lo que representa como gran cronista italiano de un tiempo. Sirve un fotograma repetido, una instantánea reconvertida que se convierte en juicio implacable. Igual que a los vivos, el ruido inmisericorde y miserable afecta a los muertos.
Esta vez don Indro no ha podido elegir a sus enemigos. A raíz del atentado que sufrió en Milán, se congratulaba de acertar en ese cometido cuando alguien le contó que en un par de tertulias algunos deplorasen que todavía siguiese con vida.
