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Archivera-bibliotecaria de la Junta General del Principado de Asturias

Mitos particulares, desafecciones generales

La Fiesta Nacional

Somos capaces de celebrar derrotas y valorar lo que nos separa como si nos diera vergüenza festejar lo que nos une. Se elevan a la categoría de mitos personajes pequeños y batallas perdidas. Cada comunidad autónoma realizó su historia general, y de cuestionar algo lo hacemos con ahínco con los nombres y hechos que "debieran ser patrimonio de orgullo general". Algo pasa aquí.

Hoy se celebra la denominada por Ley de 1987 "Fiesta Nacional de España". El Congreso de los Diputados aprobó en junio de aquel año un texto que decía que "la conmemoración de la Fiesta Nacional, práctica común en el mundo actual, tiene por finalidad recordar solemnemente momentos de la historia que forman parte del patrimonio histórico, social y cultural común...". Cierto que hubo debate y algunos propusieron otras fechas, pero aquella Ley dio oficialidad a un hecho que se creía fundamental en la historia de España y del mundo. El 12 de octubre de 1492 sucedía el descubrimiento de América y pareció que aquel era el acontecimiento que concitaría mayores consensos, siendo además el año recordado por la unión y extensión de los reinos en una misma monarquía.

España recién incorporada al entonces ilusionante "club" de la hoy Unión Europea se veía como puente de relación intercontinental. Poco después, en 1991, se inauguraban las Cumbres Iberoamericanas, "un espacio común de concertación política y de cooperación al que de año en año se ha ido dotando de profundidad y contenido", pese a estar un tanto alicaída en los últimos tiempos. La conmemoración de la Hispanidad, un término impreso ya en 1531, fue reconocida por muchos países iberoamericanos a fines del XIX cuando se cumplían los 400 años del "encuentro entre dos mundos". Más recientemente se ha cuestionado esta celebración al otro lado del Atlántico en función más de la ideología de algunos gobiernos que de fundamentos históricos.

Sean hoy los que sean los debates seudohistóricos en torno al significado del 12 de octubre, lo innegable es que todos los pueblos de España tienen historias de permanente relación con América desde el principio. Y Asturias no está ausente de ella. Muy pronto los que se iban y triunfaban fueron reconocidos allí y aquí. Tal es el caso del glorificado Pedro Menéndez de Avilés, adelantado de la Florida, en el siglo XVI; o del que pasa por ser introductor del milagroso maíz que tantas hambres mitigó desde el siglo XVII, Gonzalo Cancio y Méndez de Casariego.

Pronto las deudas entre España y América fueron mutuas y de su constancia quedan archivos enteros a disposición de quienes quieran consultarlos. A escala local, tomemos como ejemplo un asunto tratado en la Junta General, en agosto de 1692, poco antes de cumplirse 200 años de la aventura colombina. Nos pone en la pista de un "indiano" que, afortunado allá, quiso dejar huella en su tierra:

"Se manifestó una carta escripta, a lo que pareçe a su señoría ylustrísima el señor ovispo deste ovispado por don Antonio Garçía Valdés, natural y originario desta patria, su fecha en Yndias y çiudad de Cuzco... en que ofreçe veynte y çinco mill pesos de valor... para fundar en esta dicha çiudad un ospittal general en que se curasen todo género de jentes, así naturales de ella y su Prinçipado como los peregrinos de otros reynos"... sin olvidar su devoción a la Virgen de Covadonga y al Rey Casto.

Dejando a un lado qué sucedió con la oferta, pero leyendo solo este tan breve párrafo, resulta inevitable recordar las historias que ocurrieron siglos después con el retorno de "los indianos afortunados" que levantaron en sus pueblos escuelas y otros servicios. América estuvo siempre en el destino preferente de los asturianos, en busca de una vida mejor cuando el hambre apretaba o como refugio cuando las guerras perdidas abocaron a tantos al exilio.

Hace tiempo discrepancias de distinto signo cuestionan la referencia histórica de la "Fiesta Nacional" en la Hispanidad, tal como si nos instituyéramos en expendedores de una "leyenda negra" nacida hace siglos como ataque externo al imperio más poderoso. Quienes dicen que el "descubrimiento de América" fue solo un genocidio están mitificando un indigenismo excluyente inexistente en la historia. 1492 marcó el inicio del conocimiento del mundo total. Y si la conquista tuvo hechos ciertos sangrientos, no fueron peores que los acaecidos entre los pueblos precolombinos, ni los practicados por otros imperios. También hubo avances en el derecho de gentes, en el conocimiento y mantenimiento de la cultura y las lenguas indígenas, en las ciencias, en la navegación... Desde entonces la historia del mundo dejó de ser la de compartimentos estancos aislados y pasó a ser la de una Tierra mestiza con avances, todo ello a pesar de momentos oscuros porque el devenir humano está hecho de luces y sombras.

Si los nombres propios que pueblan nuestra historia moderna, por ceñirla al tiempo que nos ocupa, fueran patrimonio de otros países, sin duda la valoración sería distinta. Pero algo hay de cainita en el español cuando ni en los momentos álgidos del poder se aplicaron a contrarrestar las descalificaciones con, al menos, una "leyenda blanca". Dice un grande de la historia moderna actual que "resultaría incomprensible en otros territorios no haber sido capaces de realizar proyectos históricos de conjunto poniendo en valor lo bueno. Entre La Historia General de España del Padre Mariana (1601) y la de Modesto Lafuente (1850) pasaron más de dos siglos". ¡Con lo que había que contar!

Realmente la apropiación de la historia en beneficio particular (sea el de un grupo o un colectivo social o territorial) es, además de un peligro para la convivencia, una demostración gigante de pensar en la Historia como algo que cualquiera puede manipular convirtiéndola en simple arma arrojadiza.

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