Reflexiones a vuelapluma tras la sosegada lectura dominical del periódico.
1.- Si le quedara un gramo de corazón al conductor que la madrugada del domingo atropelló a un hombre de 38 años en Somió y se dio a la fuga, se entregaría de inmediato a la Policía para explicar las causas de un siniestro mortal que ha segado una vida y destrozado a una familia. La negación de auxilio es un delito grave, pero aún lo es más dejar a una persona en la cuneta, a sabiendas de que puede estar agonizando. Nada justifica su huida. De haber parado el coche en lugar de escapar en estampida, tal vez Juan Fombona seguiría vivo.
2.- No se recuerda en Gijón en décadas una inversión como la que va a acometer Arcelor en los próximos años para mejorar sus registros medioambientales: 100 millones a los que añadir los más de 130 para las nuevas baterías de coque. El anuncio tiene dos lecturas: que la siderúrgica empieza a ser sensible al problema de la contaminación en la zona oeste de la ciudad y que un gasto así garantiza la permanencia de la factoría de Veriña. Queda demostrado que se llega más lejos con el diálogo que con las decisiones a las unidireccionales.
3.- Va siendo hora de que retornen la cordura y el sentido común al Grupo Covadonga. Los socios acaban de decidir por mayoría la adquisición de la finca "La Torriente", que garantiza la ampliación del club en su zona de influencia. Hubo mucho ruido antes de la asamblea, pero la decisión está tomada, y ahora lo que conviene a la institución es la serenidad. La baja participación de socios en la asamblea y en las votaciones celebradas el sábado debe hacer reflexionar a los dirigentes grupistas: el desinterés es en ocasiones síntoma de hastío.
