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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Carnes y tolendas

Un viejo refrán italiano reza así: "Dopo natale ogni giorno è carnevale", que viene a decir que después de Navidad son Carnaval todos los días. Y de alguna manera resulta cierto que cada jornada asemeja una chanza, una macana, una chufla, máxime en un país con políticos de verbena, vocación de comparsas y ánimo cuchufleta. Sólo hay que echar un ojo al asunto catalán para caer en la cuenta de cuánto de chirigota hay en el patio de monipodio nacional, corrala de comedias.

Tal vez algún lector desconozca la existencia de un bello sinónimo de Carnaval, de raíz latina: carnestolendas, de uso plural y femenino, que significaría algo así como retirar las carnes, supuestamente por la cercanía de los rigores de la Cuaresma y su consabida recomendación de ayuno y abstinencia. Ayunos estamos de gestores brillantes, de cabezas que piensen, de recaudadores menos ávidos.

Calderón de la Barca escribió un delicioso entremés con ese título, "Carnestolendas", poco recomendable de representarse pasado el Miércoles de Ceniza, que un plato de entremeses lo componen carnes fiambres y después de ese día en que se repite la cantinela "pulvis es et in pulverem reverteris" no queda más remedio que agarrarse a la raspa de sardina.

Por cierto, volviendo a los clásicos, tal vez hubiera resultado más cómico -y desde luego más refinado- que a las dos parrochas del Antroxu gijonés las hubieran bautizado Rufina y María, como a las dos hijas del vejete avaro de la obrita carnavalesca de Calderón. Y no apellidarlas "Sardaxians", ese horroroso apelativo sin venir a cuento, salvo que en Carnestolendas no hay en el mostrador carnes más magras que las de las Kardashian de veras.

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