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Lorenzo Castillo: "Ribadesella tiene una arquitectura única"

El decorador madrileño ha reformado su casa familiar en la playa de Santa Marina

Lorenzo Castillo en el porche de su casa, en la playa de Santa Marina de Ribadesella. P. M.

Al regresar de su decimoquinto viaje a Nueva York, el decorador madrileño se dijo: "Tengo que irme ya a Ribadesella". Y así lo hizo. El prestigioso interiorista ha estado sumergido durante unas semanas en la casa que ha adquirido en la playa de Santa Marina, la que fue su vivienda de veraneo durante la infancia y la adolescencia. Ha parado relativamente, pues el creador se ha ocupado de la decoración y reforma del inmueble, un trabajo que compagina con otra treintena en todo el mundo. Entre ellos está, por ejemplo, la casa de vacaciones de la familia real de Jordania que acaba de entregar en Barcelona.

Castillo no contaba con hacerse con una de las primeras tres casas que la Marquesa de Argüelles construyó en el arenal riosellano -su objetivo estaba en una casona en Linares- pero el destino propició este feliz reencuentro. El decorador ha reformado por completo la vivienda y ha intentado "devolverle el antiguo esplendor" que tuvo cuando su abuelo -Lorenzo Castillo, médico de Villamayor- se la compró a la marquesa. María Josefa Argüelles había viajado por Francia e Inglaterra y se había fijado en los pueblos balneario, un modelo que trató de importar en la playa de Santa Marina en un momento "en que los médicos recomendaban los baños de ola y el eucalipto", relata Castillo desde un porche en el que él mismo ha concebido y encargado cada detalle. Salvo, por ejemplo, los ladrillos rojos, "que recuerdan a la arquitectura inglesa" en la que se inspiró la marquesa. Capaz de valorar una casa cargada de historia y de vida -fue construida en 1904 y habitada por toda su familia durante décadas- el decorador también analiza la operación inmobiliaria. "Hoy habría sido escandaloso, era un terreno que pertenecía al pueblo, un paisaje lleno de dunas, un parque natural", reflexiona el madrileño.

Con todo, la idea de la marquesa de alquilar estas tres primeras viviendas a veraneantes, sobre todo madrileños, le parece "súper moderna" para estar planteada hace más de un siglo. Junto a la suya y a las dos que todavía quedan en pie hubo otras tres, que fueron demolidas en los años setenta para construir encima. Esta decisión da idea de la situación de este patrimonio, para el que Castillo pide una mayor protección.

Tanto para la arquitectura como para los interiores, pues cuando él compró su casa familiar se encontró con que "habían quitado las cinco chimeneas de piedra que tenía para colocar radiadores de gas y también levantaron los suelos de mosaico traído de Cuba", lamenta antes de describir los focos que habían sido instalados en el techo. "Parecía un piso en Madrid", añade. Suerte que él "sabía cómo era" y se puso manos a la obra para recuperar su esencia en un trabajo que ha tenido mucho de emocional. "Estoy todavía que no me lo creo, es la casa de tu infancia, volver a tus orígenes", confiesa el decorador. En su casa de Santa Marina ha tenido un "trabajo complicado de restauración" pero que también le ha proporcionado "mucha satisfacción", pues ha conseguido rearmar una casa con alma. "No quería una casa de playa, con telas de rayas azules o blancas, como se suelen concebir. Quería una casa para todo el año" y con el "espíritu de una casona asturiana". Para lograr esto se ha servido de "muebles españoles" y de una clara intención: "no pretendo que sea una casa a la moda, sino intemporal. Que parezca que llevas viviendo quince años cuando sólo has estado un mes", añade.

Libros, "alma, espíritu, arte, recuerdos" son algunas de las cosas que, en su opinión, tiene que tener una casa "vivida, para que puedas traer a tu familia y amigos", explica el decorador antes de espetar que no hay "nada peor que una casa escaparate". Lorenzo Castillo pide la misma protección para los elementos interiores como para los exteriores y arquitectónicos. "Ribadesella tiene un valor artístico y arquitectónico único en Asturias", destaca el madrileño, al tiempo que la compara con lo que pudieron ser Gijón o Salinas, ahora "degradadas" en este sentido. Ribadesella, en cambio, "se mantiene intacta", con casi todos los chalés de esa primera línea de playa como fueron concebidos en origen.

Lorenzo Castillo rememora cómo esa fisonomía urbanística se debe, en parte, a la labor realizada por el arquitecto García Lomas, que construyó la otra parte de la playa. Y deja una promesa, que hará "todo lo que pueda por Ribadesella, para proteger el valor y el patrimonio tan vivo que tiene".

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