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El consultorio oriental

Un verano sin medusas, hasta ahora

Las mareonas de San Agustín suelen atraer a las playas a los temidos organismos, que no hay que tocar

José Manuel Rodríguez, con documentación sobre las medusas. M. M.

Aunque este año no se las ha visto por la costa asturiana, este fin de semana con las llamadas mareas de San Agustín podría darse el caso que aparecieran las temidas medusas. "Influye la temperatura del agua y este año no pasó de 21 grados. Pero con 23 a finales de agosto y principios de septiembre hubo años que llegaron", explica José Manuel Rodríguez, miembro de Protección Civil de Piloña y durante casi 35 años coordinador de playas en Villaviciosa.

¿Qué es una medusa? Son uno de los organismos vivos más primitivos, pues hay registros fósiles de hace más de 600 millones de años. Se trata de animales que poseen unas células especializadas (cnidocitos) distribuidas por el cuerpo, especialmente en los tentáculos. En ocasiones, acumulan hasta un millón por centímetro cuadrado. Estos cnidocitos son urticantes y poseen un filamento muy largo en el interior, a veces, con espinas. Los disparan por cambios de temperatura y presión y con ellos inyectan las toxinas de la cápsula, lo que provoca picaduras al contacto con la piel. Es su mecanismo de defensa y para capturar a sus presas, la mayoría, pequeños animales planctónicos. Tienen un aspecto gelatinoso y cuerpo en forma de campana con varias cavidades.

José Manuel Rodríguez apunta que las especies más habituales en Asturias son la aguacuajada (de color marrón amarillento y los efectos de los tentáculos son leves) y la aguamala (blanca azulada y afección media). La más temida es la carabela portuguesa, por tener una peligrosidad muy alta: aunque no es frecuente en Asturias, en alguna ocasión se ha dejado ver por aquí; es violácea.

Rodríguez recomienda a los bañistas que en el caso de una proliferación de medusas no se metan en el agua, ni siquiera en la orilla, ya que pueden quedar fragmentos de tentáculos con la misma acción urticante. Tampoco hay que tocarlas aunque estén muertas, ni tampoco sus fragmentos, porque sus efectos pueden persistir hasta 24 horas. Se puede reducir el riesgo de picaduras echando crema solar específica o usando ropa ligera.

Rodríguez aconseja evitar la zona de rompiente porque pueden concentrarse allí fragmentos de medusas. Además, es importante avisar al equipo de salvamento al verlas.

¿Y si pican? Es fundamental no rascar ni frotar la zona afectada ni siquiera con una toalla o arena. Hay que lavar la piel con agua marina y nunca dulce, y nada de aplicar amoníaco o vinagre. Para aliviar el dolor es bueno aplicar frío y mejor si se usa hielo de agua marina. La herida se desinfecta con alcohol yodado dos o tres veces al día durante entre las 48 y 72 horas después de la picadura. En el caso de que el afectado tenga náuseas, vómitos, mareos, calambres musculares, dolor de cabeza o molestar general es importante acudir al médico.

La razón de por qué proliferan las medusas sigue siendo objeto de estudio, aunque sí se conoce que los aumentos de estas poblaciones son estacionales y constituyen un fenómeno natural cada vez más frecuente. Entre las causas están la disminución de sus depredadores (tortugas o atunes) y cambios en factores climáticos como el régimen invernal de lluvias o la temperatura global. También la contaminación.

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