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Raúl Carriles ya es centenario

Natural y vecino de Naves de Llanes, ha sido labrador, pinche, tejero, soldado, estraperlista, chófer de indianos, corresponsal de prensa, taxista y empresario

Raúl Carriles, ayer, junto a su nuera Elisa Sánchez y su hijo menor, Juan Carlos. RAMÓN DÍAZ

Pinche, tejero, labrador, soldado, estraperlista, chófer, corresponsal, taxista, empresario... Raúl Carriles Barro ha hecho casi de todo. Ayer celebró su centenario junto a familiares y amigos.

Es totalmente autónomo y come "de todo". Se levanta a las diez y media, come y cena cuando lo permite el horario del restaurante que regentan su hijo menor, Juan Carlos, y su nuera Elvira Sánchez, y duerme cada tarde una siesta bien larga. Afirma que para llegar a los 100 años es necesario hacer "vida sana, sin excesos y sin vicios". Aunque fumó un tiempo, lo dejó hace más de 70 años. Y, pese a que ha vivido más de medio siglo en un bar, nunca fue bebedor. "No conozco la borrachera", subraya satisfecho.

El nuevo centenario presume de ser de Santa Ana (uno de los dos bandos festivos de su pueblo, Naves de Llanes), del Real Oviedo y del Real Madrid. Precisamente para celebrar el centenario ayer sus familiares le prepararon una tarta con los escudos de estos dos equipos de fútbol.

Pese a que siempre fue de los primeros de la clase, a los 12 años tuvo que irse a trabajar a la tejera, a Comillas (Cantabria). Tras estallar la guerra civil fue movilizado y le destinaron a abrir trincheras. Como no le gustaban las armas, se hizo acemilero. Hasta que empezó a trabajar en las oficinas. En Villarreal (Valencia) llegó a llevar la contabilidad de su regimiento. Tenía poder para sacar del banco el dinero para pagar a soldados y a oficiales. Un día, un policía le vio con tanto dinero que creyó que era robado y le detuvo. Al final todo se aclaró. Acabada la contienda siguió militarizado. De hecho, ingresó en el ejército el 19 de marzo de 1938 y no fue licenciado hasta el 10 de agosto de 1954. Estuvo un año, cuatro meses y quince días en servicio de filas y un año y quince días en unidades de combate de primera línea. Recibió como recompensas una medalla de campaña, dos cruces rojas del mérito militar y una cruz de guerra. Todo ello, según asegura, "sin tirar ni un tiro".

Movilizado, pero en su pueblo, se dedicó al estraperlo. Compraba patatas a sus vecinos y las vendía en Oviedo. Su hermano Melín abrió un bar en el pueblo y empezó a ayudarle. Junto a su esposa, Pacita Sastre, fallecida hace ocho años, abrió en 1950 su propio bar en La Bolera de Naves, en una casa desvencijada que arregló y por la que pagaba una renta de 1.000 pesetas al año. Después la compró y estuvo al frente del negocio, Casa Raúl, hasta que se jubiló. Llevó durante muchos años, con la ayuda de un burro, un bar ambulante por las fiestas, de Llanes a Infiesto. Además, fue chófer de varios indianos.

Cuando compró su primer coche, un Seat 1.500, en 1969, se hizo también taxista. El 3 de julio de 1958, LA NUEVA ESPAÑA le expidió un carné de corresponsal. Envió durante muchos años noticias de Llanes. Años más tarde empezó a colaborar con "El Oriente de Asturias". Sólo dejó de escribir con 98 años, cuando hace un año cerró el semanario.

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