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Un laboratorio biológico en el Sueve

El científico piloñés Juancho Aspra colabora en una investigación que analiza los niveles de contaminación a partir de un liquen y alerta sobre la presión ganadera

Un ejemplar de Lobaria virens. JUANCHO ASPRA / JUANREPRODUCCIÓN DE P. M.

Los bosques de tejos y hayas de la sierra del Sueve no tienen prácticamente contaminación ni signos de manejo del hombre, pero "empiezan a tener algunos problemas de presión ganadera". Lo dice el biólogo piloñés Juancho Aspra, quien colabora en el trabajo que lidera Eva Barreno desde la facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad de Valencia. O, mejor dicho, lo dice el liquen "Lobaria virens", cuya presencia llevan siete años rastreando y estudiando en los bosques del Sueve.

Un liquen es una simbiosis, la unión de un alga y un hongo (o en algunas ocasiones una bacteria), que gracias a esta estructura es capaz de vivir fuera del agua, en este caso en la corteza de los árboles. Como reflejan Barreno y su equipo en el artículo publicado en el volumen número 50 del "Boletín de Ciencias Naturales" del Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA), "Lobaria virens" es un organismo "extremadamente sensible a cualquier alteración ambiental". Los líquenes son, además, "muy susceptibles a los cambios en sus hábitats y los más rápidos y finos bioindicadores de la presencia de alteraciones ambientales producidas por las intervenciones antrópicas (de origen humano)".

Estos organismos "pueden detectar las primeras señales de alarma por contaminación, explotaciones forestales o agrícolas o por cambio global en los sistemas naturales y, también, las de recuperación de estos impactos". El documento publicado por el RIDEA describe el hayedo de La Biescona como un "raro ejemplo de la continuidad ecológica en la España Atlántica cercana a pueblos y zona costera", lo que Aspra explica como un entorno en el que, si un árbol muere y se cae, "se queda allí, se pudre poco a poco, los nutrientes se reintegran al suelo y el ciclo vuelve a empezar".

Esta parte del Sueve no tiene contaminación "de ningún tipo" y goza, además, de la "ausencia prácticamente total de manejo de la mano del hombre", añade el biólogo. Aparte de destacar estas bondades, los investigadores han querido "dar la voz de alarma" acerca de los daños mostrados por el liquen en cuestión en las zonas de aprovechamiento ganadero.

Aspra apunta que los bosques de tejos y hayas "empiezan a tener algunos problemas de presión ganadera", pues han registrado aumentos de los niveles de nitrógeno debidos a la presencia de excrementos animales, tanto salvajes como domésticos. Entre los primeros destaca el gamo (que no es propio de este entorno, sino que fue introducido en los años sesenta del siglo XX con fines cinegéticos) y "hay posiblemente más de los que este liquen puede tolerar".

Aspra añade que "en algunas zonas existen pequeños problemas desde el punto de vista bioquímico" de este organismo, tal como concluye el estudio del equipo de Eva Barreno. Esto significa que los excrementos están en el suelo en una cantidad mayor de la conveniente para ellos. Este análisis se puede realizar gracias a las muestras recogidas en el Sueve, que Aspra toma cada vez que realiza rutas. El pasado sábado, sin ir más lejos, en la salida que tuvo lugar dentro de las XVIII Jornadas monográficas sobre la sierra, localizó "un par de árboles con ejemplares que no tenía catalogados". Armado con una navaja, unas bolsas para individualizar muestras, un rotulador y un gps, toma una muestra de unos cuatro centímetros cuadrados del liquen para enviarla a Valencia, donde el equipo de Barreno hace el análisis bioquímico.

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