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Sesenta años de feliz matrimonio en Naves

Respetarse y mucha mano izquierda es el secreto de Julia Villa Carrera y Benjamín Obeso Nieda para mantener la llama tan viva como el primer día

Julia Villa Carrera y Benjamín Obeso Nieda, ayer, en su casa de Naves, con una foto de su boda, en 1956. EMILIO G. CEA

Respetar a la pareja y mucha mano izquierda para saber ceder en determinados momentos. Julia Villa Carrera, de 80 años, y Benjamín Obeso Nieda, de 87, tienen la fórmula secreta para mantener un matrimonio duradero y sólido. A ellos no les ha fallado, pues ayer, en su casa de Naves, cumplieron 60 años de feliz convivencia. La fórmula original tiene matices, según el cónyuge que la aplique. "Por la paz, un ave María", dice ella. "La clave es estudiar bien a la pareja antes de casarse y tener un equilibrio", sostiene él.

Cuatro hijos y cinco nietos es el resultado de una unión celebrada en la iglesia de Naves tal día como ayer. "Hace poco leí en la prensa un reportaje sobre un matrimonio que había cumplido cincuenta años de casados y decían que ya nadie estaba tantos años juntos. Nosotros llevamos bastante más", dice Julia Villa. El domingo celebrarán en Llanes su aniversario rodeados de familiares. "El menú de nuestra boda fue arroz con pollo que criaron mis hermanas y mi padre, y tarta de la confitería Abelardo de Llanes", recuerda Julia Villa.

Las vicisitudes de su vida como pareja hicieron bueno el dicho, según el cual, de una boda sale otra. Ambos se conocieron en el enlace de Luis Obeso, hermano de él, y Pepita Villar, hermana de ella. La pareja no duda en señalar las cualidades que más les llamaron la atención del otro. "De mi mujer, lo que más me gustó cuando la conocí, fue su manera de ser. Es una persona muy alegre y cantarina. Con ella al lado es imposible aburrirse", asegura Benjamín Obeso. Llegado el turno de nombrar las bondades de su esposo, Julia Villa no duda ni un instante. "Me gusta mucho su manera de ser. Cuando empezamos a cortejar yo tan sólo había ido a una verbena en toda mi vida", apunta.

Recién casados y tras recorrer Obeso buena parte de las tejeras del norte de España desde niño, se trasladaron a la localidad de Carrocera, donde había conseguido un trabajo como picador. La suerte hizo que, un ligero malestar, le librase de bajar a la mina el día que un accidente segó la vida de dos de sus compañeros. En 1961 decidieron emigrar a Suiza, donde tuvieron a su última hija. "Mi marido trabajaba en una fundición y yo en una fábrica de máquinas de escribir. Me acuerdo que me esmeraba especialmente en las máquinas que tenían en el teclado la letra eñe pues sabía que su destino era España", apunta entre risas Julia Villa.

Pasear, siempre y cuando se lo permite un pequeño achaque en su pierna izquierda, ella, y ver el fútbol y hacer pequeños trabajos en casa, él, son sus quehaceres favoritos. Lo hacen estando siempre pendientes el uno del otro. Así llevan sesenta años.

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