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Personajes de Cangas de Onís

Un hostelero a la carrera

Laureado piragüista de joven, Ángel Ardines cuida del negocio sin dejar las palas, el atletismo ni su afición a las Vespas

Ángel Ardines, en su negocio, en Cangas de Onís. J. M. C.

Ángel Ardines Lara lleva más de tres décadas en el gremio de la hostelería en la vieja capital del Reino de Asturias. Se inició con tan solo 16 años, en la antaño Cervecería La Pedrera, considerada a mediados de los 80 y principios de los 90 uno de los iconos de la música para la juventud canguesa, ya que allí se pinchaban los discos de vinilo que, previamente, se habían adquirido en Gijón, Oviedo, Madrid e incluso Londres.

Tanto la música reinante como la excelente gastronomía acabaron por convertir aquel coqueto y señalado local en algo más que un establecimiento hostelero a la usanza, pues hasta carecía de televisión. El negocio era de índole familiar, con Inés Lara al frente de la cocina, arropada por sus vástagos Emilio, Paz y Ángel. El patriarca, Ángel Ardines, prestaba servicios como conductor de autobuses. No obstante el benjamín de los Ardines Lara, Angelín, dejaba atrás una más que prometedora carrera deportiva como piragüista.

En 1983 rubricó su mejor temporada, siendo el mejor cadete de Asturias. Ese mismo año ganó el Descenso Internacional del Sella en k-2, junto a Nacho Tejuca, en categoría juvenil, pese a ser cadete, reeditando el éxito cosechado en 1982, en k-2 cadetes. Ambos palistas reinaron durante un par de temporadas en todas las pruebas de ríos y travesías. Además, Ángel ganó el k-1 el Maratón de Crestuma (Portugal) y el Descenso del Bidasoa.

En el año 1984 Ángel remaría con "Luisu el de la Piña" venciendo en todas las pruebas de la Semana Internacional, excepto en el Sella, pues una incidencia en la piragua les relegó a la segunda plaza, por detrás de Toni Mallo y Cuervo, componentes de Los Cuervos de Pravia.

Aún ahora sigue matando el gusanillo, citándose sin discontinuidad "con ese trozo del Sella que llamamos La Tablada para ir a remar", dice. Y son nada menos que 39 años acudiendo, de una u otra forma, llueva o luzca el sol, a tomar contacto con las aguas selleras, aunque no tiene objetivos concretos: "La hostelería se hace fuerte en las fechas de competición, por lo que me resulta imposible compatibilizarlo".

Ángel Ardines Lara estudio en la Escuela Vázquez de Mella y en el Colegio Reconquista. Después hizo en bachiller en el Instituto Rey Pelayo. Su futuro profesional parecía enfocado hacia la Informática, ya que hizo un par de cursos, pero no pudo culminar la carrera, pues el negocio familiar en la hostelería le absorbía mucho tiempo, justo en el momento del "boom" turístico en Cangas de Onis.

Sin embargo, esa vocación perdura pese al tiempo transcurrido desde que se decantase por dejar aparcados los libros, pues se encarga de las páginas web y redes sociales de los negocios familiares. Su otra gran afición es el atletismo. Su objetivo más inminente es la media maratón de Praga, el próximo 2 de abril.

A mediados de los 90 se cruzó en el camino de Ángel Ardines una joven holandesa, Sandra De Joode, quien estaba de becaria en las dependencias del parque nacional de los Picos de Europa, donde llevaba a cabo unos estudios socio-económicos de la zona. Aquella relación fructificó y se casaron por lo civil en el país de los tulipanes. Tienen dos hijos: Ineke, de 12 años, e Yannick, éste de 10, los dos bilingües y activos deportistas en el club de natación Indaes. Holanda se convirtió en la segunda patria de Ángel, ya que todos los años acude con su familia a pasar el periodo vacacional. Allí suelen practicar, entre otras actividades, patinaje sobre hielo natural por los canales de la provincia de Drenthe, cerca de Assen, conocida esta como la ciudad del motociclismo. "Los últimos inviernos ya es difícil patinar, pues esto del calentamiento global parece serio", asevera.

Es tal la inmersión cultural de Ardines que aprendió el idioma de su muja y lo domina a la perfección. Hasta lee libros en holandés, como el que le tiene cautivado en estos precisos momentos, el cual está centrado en la historia del barco Batavia que se hundió en su primer viaje a las Indias en la ruta comercial de las especia. No hay que olvidar su pasión por las Vespas, ya que maneja desde 1983 una de esas históricas motos: primero, para hacer recados evitando atascos en la principal arteria de la urbe canguesa,; y ahora, también para participar en la Travespera. Todo un hombre 10.

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