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Carmen López da una lección de vida

La profesora canguesa, más conocida como "Michu", compaginó su trabajo como docente con la crianza de sus seis hijos

Carmen López, "Michu". C. C.

"Emocionadísima". Así se siente Carmen López Caunedo, que el sábado será homenajeada en Cangas de Onís por toda una vida de trabajo dedicado a la enseñanza. La profesora canguesa, que contradiciendo los datos de su documento de identidad asegura que tiene "quince años recién cumplidos", empezó a ejercer su labor de docente en la escuela de Ñarciandi, tras estudiar en el Palacio Pintu de Cangas y cursar bachiller y Magisterio por libre. El amor por la enseñanza de "Michu" (así la llaman sus amigos) se lo transmitió su padre, profesor en la escuela de Cangues d' Arriba y su abuela que regentó la popular librería Doña Rogelia. Su siguiente parada fue en Cardes, donde coincidió con el ya fallecido cronista de Cangas de Onís Celso Diego Somoano. Ambos ejercieron como padrinos para muchos de los niños que quedaron sin bautizar tras la guerra.

Después fue trasladada a la escuela femenina de Llenín, donde conoció a su marido Alfonso Rey, "el carteru de Cangues", fallecido hace casi dos décadas. Con él tuvo seis hijos: Carmen, Pilar, Alfonso, Manolo, Roberto y María José. Alfonso y María José siguieron los pasos de su progenitora. Sus hijos están muy orgullosos de ella "por el gran sacrificio que hizo para sacarnos adelante y para que estudiáramos y tuviéramos un futuro". "Michu" hizo un breve parón en su carrera para criar a sus hijos y después estuvo como interina en el Vázquez de Mella de Cangas cinco años. De allí fue trasladada a Berodia (Cabrales) en un momento en que las comunicaciones por carretera no eran óptimas . Su amigo Ángel Lueje le echaba una mano llevándola desde Cangas los lunes hasta el puente de Inguanzo, donde un tractorista la esperaba para llegar a su puesto de trabajo. Entonces sacó sus oposiciones, trabajó unos meses en el colegio de Ribadesella y volvió definitivamente hasta su Cangas natal para ejercer como profesora en el colegio hasta su jubilación, de la que disfruta leyendo y cocinando para los suyos.

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