María Antonia Díaz de la Llana lleva 25 años vendiendo periódicos en El Kiosko de Infiesto. Y no se cansa. Su profesión, asegura, "es maravillosa porque te permite estar todo el día en contacto con la gente, comentando la información, hasta tal punto que si hay noticias malas te acaban afectando". Su establecimiento de la calle Covadonga es casi un centro social por el que pasan a comprar la prensa desde el notario hasta el dentista.

"Sin mis clientes fieles, que han confiado en mí todos estos años, sería imposible cumplir las bodas de plata. Se lo debo todo", afirma la piloñesa. Díaz conserva en su memoria el 1 de abril de 1991 en el dejó su empleo como limpiadora para ponerse al frente del kiosco: "Yo tenía 28 años. Era un lunes de mercado. Hacía un sol espléndido y vino muchísima gente a comprar la hoja del lunes". Desde entonces abre todo el año desde las siete de la mañana hasta por lo menos las ocho de la tarde, con la única excepción de Navidad y Año Nuevo. Además de LA NUEVA ESPAÑA, tiene revistas, cómics, juguetes, material de papelería y chucherías. Muchas cosas han cambiado, pero hay una que seguirá intacta hasta su jubilación: la ilusión de abrir el negocio a diario. "Tengo la esperanza de que los periódicos de papel aguanten los embates de internet", cuenta. "Yo viví el boom de las revistas de informática, teníamos una balda con publicaciones especializadas pero ahora todo el mundo sabe de ello y han desaparecido".

Por el kiosco han pasado con frecuencia famosos como Emilio Aragón o la presentadora extremeña Raquel Sánchez Silva. "Cuando rodaba el programa 'Acorralados' en Lludeña venía a diario y compraba toda la prensa y revistas". El primer día llegó con su entonces pareja, el fallecido Mario Biondo, y nos quedamos impresionados del buen parecer que tenían. Ella siempre fue muy atenta", explica. Aunque "lo verdaderamente importante son esos vecinos fieles que llevan viniendo todos estos años".

El más veterano de todos ellos es precisamente su padre, Daniel Díaz. "Tiene 98 años y no hay día en que no venga a comprar LA NUEVA ESPAÑA porque su única diversión es leer el periódico entero", cuenta. Para los que ya no están, como por ejemplo María Victoria Tendero la de la notaría, también tiene un recuerdo: "Siempre contaba un chiste y te alegraba el día". Y más: "Cuando abrí el kiosco había vecinas como Alba Sampedro que ni gateaban y ahora ya son adultos con una carrera hecha". Y es que las anécdotas que ha ido acumulando dan para llenar un periódico y más. "Hubo días en que se vendieron muchos periódicos pero por noticias tristes, como cuando ETA asesinó a el concejal de Orio, que tenía familia aquí, cuando lo del secuestro de Miguel Ángel Blanco o cuando los atentados del 11-S".

Pero no todo son penas. "Nos divertimos mucho cuando Piloña fue uno de los elegidos en España para participar en la experiencia piloto de adaptación al euro", cuenta. "Cuando no había internet la única manera que tenían los chavales de saber si habían aprobado el acceso a la Universidad era por el periódico, así que al abrir a las siete ya había largas colas. También se vende mucho cuando LA NUEVA ESPAÑA ofrece una cubertería".

Si algo tiene claro les la noticia que le gustaría difundir: un gordo de la lotería navideña en Piloña "para brindar con champán y celebrarlo con los vecinos aunque no me toque a mí".

Para muchos su negocio sigue siendo "lo de Barbatechu", en referencia a sus antiguos propietarios, los hermanos Tino, Manolo y la fallecida Mª Dolores, de los que Díaz no tiene más que palabras de agradecimiento. "Ellos llevaban 13 años con el kiosco cuando lo traspasaron por enfermedad. Me ayudaron con los papeles, el traspaso y con todo durante mucho tiempo", celebra.

Díaz, que visitó el miércoles la rotativa de LA NUEVA ESPAÑA, regalará hoy a sus clientes una baraja especial del periódico para conmemorar las bodas de plata de un kiosco que espera "mantener abierto durante muchos más años".