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A Santu Toribiu le roban los voladores

"Es una payasada peligrosa", claman en Llueves tras el asalto al hórreo donde estaban los 84 cohetes para la fiesta del santo, popular por llevar botas de agua

José Antonio Fernández muestra la cerradura forzada, junto a Raúl Castro e Isidro Alonso, ayer, en el hórreo de Llueves donde guardaban los voladores de la fiesta. C. CORTE

Llueves tuvo fiesta, pero sin voladores. Como "una payasada sin gracia y muy peligrosa". Así definen los vecinos, bastante enfadados, el robo de las siete docenas de voladores con los que ayer tenían pensado festejar a Santu Toribiu. Las cohetes estaban en el hórreo del lugareño José Antonio Fernández, cuya puerta amaneció forzada. "Al levantarme por la mañana hacia las ocho vi que estaba abierta. Subí y vi que faltaban los voladores. No se llevaron nada más y eso que había cosas de valor como un hornillo", contó el propietario, que interpuso una denuncia ante la Guardia Civil.

Un par de agentes se personaron en la carpa de la fiesta para tomar declaración a los vecinos. La indignación de algunos como Isidro Alonso, miembro de la comisión de festejos, era patente. "Pocos sabían dónde estaban guardados los voladores. No entendemos quién pudo hacer una cosas así ni por qué", dijo. Pero el hurto del hórreo (cada docena de cohetes cuesta unos 24 euros) no consiguió deslucir la fiesta.

Los lugareños se pusieron en contacto con una empresa pirotécnica que les trajo otros tantos petardos, que resonaron bien fuerte en el cielo al paso de la concurrida procesión. Macario y Daniel Mateos, José Gallego y Nacho Caso fueron los encargados de llevar a hombros al santu. Andrés Llera, de siete años, subastó por 55 euros el roscón grande por el que la concejala de Foro, Marina Huerta, pujó hasta el final. El hurto salió a relucir de nuevo en la sesión vermú. Mientras algunos como Juan Carlos Baños lo ven una "cosa de borrachos", otros ponen el acento en la peligrosidad del asunto. "La pólvora es peligrosa, puede valer para un disgusto" afirmó José Antonio Alonso o José Carbonell. En la mente de muchos estaba el accidente ocurrido en Perlleces en 2009 tras explotar un hórreo donde había almacenados voladores. Así lo recordó Araceli Coro, con 92 años una de las más veteranas.

A Santu Toribiu, famoso por llevar unas botas de agua (porque era un llorón o porque llovía mucho en Llueves, según la tradición oral) los vecinos le rezaron ayer, entre otras cosas, "para que traiga el saneamiento y acabe con las (ya famosas) vacas errantes".

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