La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

"No queremos ni salir al recreo"

Los escolares de Arriondas sin libros de texto deciden en asamblea los temas que aprenden a través de juegos y comienzan la clase hablando del día anterior

Arriba, los alumnos, en clase. A la izquierda, Irene Soto, Daniel Cortés, Gonzalo Concha y Ander Cardín. Junto a estas líneas, Arán Nogueira, Guille Garrido, Clara García y Ángel Fernández; a la derecha, Fernández y Daniel Cortés, en teatro. C. CORTE

A Daniel Cortés no le gustaba "nada" ir a la escuela durante el curso pasado. Sin embargo, ahora cada vez que suena el timbre de entrada en el colegio público Río Sella de Arriondas se pone contento, dice. El motivo: el tipo de clases que recibe.

Las que tenía en su antiguo centro de Cantabria "eran muy aburridas", mientras que las actuales, sin deberes ni libros de texto, "motivan, son divertidas y se aprende más". Como él, una quincena de alumnos de 2.º de primaria, tutelados por las profesoras Begoña García y Alba Hernández, se han acogido a este método en el que no hay exámenes ni el tradicional esquema de asignaturas, sino que los temas a abordar se eligen en asamblea.

Su caso es una excepción dentro del colegio de Arriondas, donde el resto de profesores mantienen los métodos de evaluación tradicionales. "No pueden jugárselo todo a un examen, hay que fomentar su habilidad intelectual y emocional para capacitarlos ante los desafíos de la vida", defiende Begoña García, que acaba de ser distinguida por la Fundación Telefónica por su innovación en el aula: el método triunfó entre más de 1.000 de España.

LA NUEVA ESPAÑA fue ayer testigo de cómo es una clase de este tipo, que comienza con los alumnos sentados en una alfombra en círculo nada más entrar para compartir las experiencias del día anterior. María Díaz contó cómo había encontrado un escarabajo en Coviella y eso dio pie a compañeros como Alejandro Bustillo y Ángel Fernández a hablar de lo raro que está el tiempo y del significado de microclima. Santos Llano se comprometió a llevar hoy un mapa que indique cómo llegar a la cabaña que tiene en Cerecea por si alguno se anima a visitarle en verano. "Santos era un poco trasto, se pasaba el día castigado y repitió, pero desde que está en el grupo se implica y es una piña con nosotros", defiende la tutora. Antes de comenzar las tareas, los niños sacan al azar de un cofre un papel que contiene una frase positiva y eligen a quien leérsela.

"Qué haríamos sin ti" o "Eres sorprendente" fueron algunos de los piropos que le lanzaron a un alumno con síndrome de Asperger y una sonrisa contagiosa. Esto da paso a aprender sobre las palabras interrogativas con tilde.

"¿Qué juegos se os ocurren para trabajar el lenguaje?", pregunta la profesora. Optan por el "¿Quién es quién?", la sopa de letras o el Scrabble. Cada grupo contó con un secretario que registró las incidencias en una pizarra. También las Matemáticas se convierten en un juego. Los estudiantes saben las tablas de multiplicar, dividen y hasta conocen los números romanos gracias a juegos como "Hundir la flota" o el bingo. Todo ello aplicado a los antiguos oficios, tema seleccionado para el proyecto de este semestre y el motivo de que hoy salgan de excursión al molín de Fíos. "Ya trabajamos el universo y los océanos, respondiendo a preguntas como por qué el agua del mar es salada a través de un power point que diseñamos", cuenta Arán Nogueira.

Los chavales se marcan un esquema con los asuntos y completan el temario a través de vídeos, maquetas, revistas o incluso teatro. Alumnos como Daniel Cortés y Daniela Lautaru, de 7 años de edad, ensayan la obra cómica "Vaya lata de pirata", que el martes representarán ante sus padres. "Nos encanta venir a clase porque aprendemos mucho", cuentan al tiempo que suena la sirena para ir al recreo. "No queremos ni bajar al patio porque en clase estamos la mar de entretenidos".

Compartir el artículo

stats