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"Nos tratan como a okupas o piratas"

Una familia con dos niños acusa a Cabrales de negarse a reconocer como vivienda la edificación en la que residen, pese a que cumple "todas las condiciones legales"

Sigita Stumbraite, Ginés Morales, Alexandra y Pablo, ayer, con una de sus cabras, delante de su casa. RAMÓN DÍAZ

"No nos dejan vivir dignamente", clama Ginés Morales. Este murciano de 51 años se siente engañado. Vive desde 2011 con su mujer y dos hijos, de 8 y 6 años, en una edificación situada en las inmediaciones de la cueva de La Covaciella, en Cabrales. Un inmueble que, según defiende, es su domicilio, pues en todos los papeles aparece como "casa-cuadra" y, además, en su día se le permitió empadronarse allí. Pero el Ayuntamiento sostiene que aquello jamás fue una casa de vivir, sino una cuadra, y que dado que el suelo es no urbanizable de especial protección, el cambio de uso resulta imposible. El afectado afirma que lo tratan "como a un okupa", "como a un pirata", pero paga la contribución de la casa "como vivienda".

A Morales le duele ver a su familia sin más agua que la que llega de un manantial, sin más luz que la que obtiene de un panel solar y un generador diesel de apoyo, sin saneamiento y sin permiso para reparar el tejado del edificio. Porque llueve dentro. Y hace frío. Este murciano de Cehejín es una víctimas más de la crisis. Tenía una empresa dedicada a la construcción con una docena de empleados, pero acabó perdiéndolo todo, trabajo y hacienda. Cuando se le acabó la ayuda al desempleo, a través de internet, vio una oportunidad en Asturias, en Rozagás (Peñamellera Alta), en una explotación de cabras. Sin pensárselo dos veces, cogió el petate y allá se fue con su familia. Conoció el mercado del queso y decidió trabajar por su cuenta. Los dirigentes municipales de Cabrales le indicaron que para optar a pastos públicos debía empadronarse allí, así que se trasladó a Puertas, donde compró el edificio que ahora ocupa. Y empezaron los problemas. Según su relato, el Ayuntamiento empezó a ponerle trabas por todo y a denegarle permisos, algunos de los cuales acababa otorgándole finalmente el Principado. Incluso tuvo que demostrar que su propiedad estaba fuera de la zona de protección de La Covaciella.

Fue mejorando la edificación con sus propias manos y encontró trabajo en una fábrica de Llanes, aunque a la vez seguía -y sigue- realizando trabajos de fontanería e incluso transportando forraje con un pequeño camión. Su mujer, Sigita Stumbraite, natural de Lituania, adquirió 70 cabras y otras tantas ovejas y entre los dos llevan una pequeña huerta. Ambos trabajan de sol a sol.

"Solo queremos trabajar, que nos dejen vivir y desarrollar nuestro proyecto, una quesería, pero ni un tendejón nos dejaron hacer, tuvimos que desmontarlo", señaló ayer Ginés Morales, que clama porque le dejen dar "un futuro" a sus hijos pequeños, Alexandra y Pablo (tiene otros dos ya mayores de un matrimonio anterior). Achaca sus problemas a un enfrentamiento con un empleado municipal, al que le espetó un día que no hacía bien su trabajo. "Desde entonces no me dejan vivir en paz", se lamenta.

Afirma que la que considera su "casa" cumple "todas las condiciones" para ser reconocida como tal por las autoridades. Pero, "según el Ayuntamiento vivimos en una cuadra, quizá nos ven cara de burros o de paletos de Murcia", se queja el hombre, que sopesa llevar al organismo municipal a los tribunales y pedir daños y perjuicios, "aunque me cueste diez años". Y lanza una promesa: "de aquí no me muevo".

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