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Personajes de Cangas de Onís

El último pintor rotulista de la comarca

Juan Luis Fernández Pérez lleva más de medio siglo dedicado a la rotulación y a la decoración en pintura

José Luis Fernández Pérez. J. M. CARBAJAL

Fue, sin ningún tipo de dudas, uno de los primeros pintores rotulistas, así como decoradores, que ejerció en el concejo de Cangas de Onís y sus alrededores. Casi medio siglo después, tras jubilarse hace poco más de un lustro, colgó la brocha y los pinceles quien sería el último especialista en esos menesteres, además de autodidacta, dejando su impronta en infinidad de viviendas, casas señoriales y locales comerciales en diversos pueblos, villas y ciudades del área de influencia de los Picos de Europa. Todos le conocen por "Luis, el Pintor", quien cuenta en este momento con 72 años de edad.

Juan Luis Fernández Pérez, es natural del núcleo rural de Villar, en el concejo de Onís, aunque antes de cumplir el año de vida ya se trasladó a residir, junto a sus padres, Herminio Fernández Alonso y Esperanza Pérez Niembro, él de Rinsena (Llanes) y ella de Puertas (Cabrales), a la ciudad de Cangas de Onís, concretamente al popular barrio de Cangues d'Arriba. El patriarca era madreñero de profesión y se mudó a la antigua Cánicas para hacerse cargo de La Madreñería -edificación que en la actualidad alberga una sidrería-, ubicada en la antigua Calzada de Ponga

A Luis, nunca le tiró el mundo de la madreñería, ni mucho menos a sus tres hermanos. Eso sí, de guaje le tocó ayudar a bajar la madera talada en los montes de la zona -la zona del Carrizal y también el área de L'Aspru-, generalmente alisos, previo transporte en pequeños camiones de la época, con destino a la fabricación artesanal del calzado astur por excelencia en la década de los años cincuenta del siglo pasado.

Muchos pares -algunos decorados- de madreñas salieron de aquel negocio cangués, incluso rumbo a otros países, merced a peticiones de algunos emigrantes.

Tiene otros tres hermanos -Alicia, Ángel y Herminio- y estudió en las Escuelas Vázquez de Mella, en Cangas de Onís. Allí le marcó don Eutiquio, quien le impartió clases en párvulos y también en el primer curso de Primaria. "Por ahí me inicié yo en el dibujo. Me dio caña", recuerda con cierta admiración Juan Luis, resaltando los christmas navideños que les tocaba hacer en las aulas y que tan bien se le daban.

Otros maestros en aquel mismo centro educativo de Cangas de Onís fueron Manuel Pedraces y los hermanos Diego Somoano, Celso y Arcadio. De Celso, fallecido hace unos años, que fuera cronista oficial de Cangas de Onís, guarda, del mismo modo, muy gratos momentos.

"Tienes que ir al Instituto y después hacer Bellas Artes. Yo me encargo de pagar la matrícula y los libros, me insistía don Celso, pues sabía lo bien que dibujaba", comenta Juan Luis.

Las penurias de la época y la modestia de su familia propiciaron que los estudios pasaran a un segundo plano, ya que había que ponerse a trabajar. Con sólo 12 años le surge su primera oferta laboral, a través de Vicente del Valle, motejado "Pulga". Aceptó de inmediato y comenzó el aprendizaje de brocha gorda pintando una frutería -ya desaparecida- en la calle San Pelayo, acompañando en aquellos menesteres a "Lando" Poo.

Después de ese "tajo" vendrían otros muchos, tanto a las órdenes de Vicente "Pulga", como también con el padre de éste, Argimiro del Valle ("Boíco"), entre otros. Poco a poco, Luis iría especializándose en lo que mejor sabía hacer: la rotulación.

Aprendió en la Universidad de la vida, a base de tesón. Puro autodidacta. A ello se unió, con la experiencia, la faceta de pintura decorativa. Una de las obras de las que más satisfecho quedó a lo largo de sus 53 años de profesional tuvo como escenario la casa de la familia Piñán, en Ribota de Abajo, en el municipio de Sajambre, administrativamente leonés, pero muy apegado desde siempre a Asturias, gracias a "José Ramón, el Veterinariu" que le encargó el cometido.

En más de una ocasión acompañó a otro acreditado rotulista de la zona: "Amandi", vecino de Triongu, en la parroquia canguesa de Margolles. El buen hacer de "Luis, el Pintor" quedó plasmado en muchísimos puntos de la comarca, no sólo en el concejo cangués. Su último trabajo con pedigrí, pocos días antes de jubilarse, vino a ser el edificio de la calle Peñalver, en la confluencia con la N-625, colindante con el jardín de los Reyes Caudillos, en Cangas de Onís. La pintura decorativa de las fachadas y soportal del inmueble, a raíz de una reforma integral, llevan su sello, a escasos metros del famoso puente "romano", en realidad medieval.

Realizó el servicio militar, en el Tercio Norte, en la Marina, acabando siendo destinado a la Estación Naval de La Graña, en El Ferrol del Caudillo. Allí, en tierras gallegas, Luis se encargó de rotular las letras de los nombres de los barcos, entre otra serie de tareas vinculadas al mundo del pintor y la pintura.

La "mili", pese a la distancia que le separaba de Cangas de Onís, le resultó amena, ya que mantenía buena relación con sus superiores. Además, el buen trabajo despachado desembocaba en amplios permisos. "Al final, me ofrecieron quedarme, ya fuese continuando por la vía militar o bien como civil. Pero, no acepté", matiza.

Jugó varias temporadas en el equipo local, el Cánicas Atlético Club, empezando a los 16 años -"con ficha falsa, ya que no podías jugar hasta tener los 18", apunta con gracia-, con Minico Foyo de entrenador. Su demarcación era la de lateral diestro, aunque tampoco lo hacía nada mal por la otra banda.

Coincidió en sus primeras campañas en la histórica entidad deportiva con futbolistas de la talla de los hermanos Martínez-Cué, Ramón y Carlos; "Piruqui", "Paqui" Corro, "Paquito, el Peluqueru" y tantos otros. El trabajo de pintor le impedía hacer carrera en el mundillo del fútbol, aunque condiciones sí que apuntaba, a tenor de quienes le vieron correr las bandas en el viejo campo de Santa Cruz.

Lleva 47 años casado con Mari de Diego Fernández, y tienen tres hijos -Teresa, José Luis y Esperanza-, así como dos nietos. El matrimonio residió durante más de cuatro décadas en Cañu y los últimos once años en el pueblo de Jelgueres (Helgueras).

Precisamente su único hijo varón sigue vinculado al gremio, ahora en la rotulación e impresión digital, pues posee la empresa de Artes Gráficas Rojo -"Ro", por su esposa, Rosana; y "Jo", por su nombre de pila-, en La Venta (Cangas de Onís). Formó parte de la comisión de fiestas de la Salud de Cañu mucho tiempo, junto con "Ángel, el de la Cuca", "Jose Mari, el de Toñu" y "Tinín, el de Freixenet", entre otros. También colaboró, dentro de sus posibilidades, con el Hogar del Pensionista "Bella Vista", de Cangas de Onís.

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