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Villaverde, orgullo de tierra

Los vecinos, que presumen de tener unos prados llanos y fértiles y de su iglesia románica, urgen la ampliación del cementerio

Manolo García, Cracio del Corro, Ramón Cuesta, Carmina Rivera, Mari Carmen García y Bonifacio Alonso, ayer, en el barrio de El Palacio, en Villaverde. C. CORTE

La tierra para el que la trabaja. Es la máxima que defienden los vecinos de la localidad canguesa de Villaverde, que hace tres décadas lograron la titularidad de unas fincas que ya labraban sus tatarabuelos poniendo fin a un viejo condado.

"Se pagaba una renta anual de unas mil de las antiguas pesetas al año, pero por ley les obligaron a dar opción a compra", explica Manuel García, que en toda su vida sólo abandonó el pueblo que le vio nacer por un periodo de 15 meses para hacer la mili en Melilla.

García asegura que pocos lugares cuentan con unas fincas tan llanas y productivas como las de Villaverde, donde lo mismo se dan fabes que patatas, cebollas, pimientos o ajos. "Los terrenos cultivables están muy cerca de las casas, son muy llanos y cuando te pones a arar es raro encontrar una piedra" presume García, que lamenta que no haya jóvenes para seguir la tradición de trabajar el campo.

Un ejemplo: sus dos hijos prefirieron marcharse para montar una empresa de transportes antes que dedicarse a guiar vacas. El hijo de Cracio del Corro también dejó atrás del pueblo, que en la actualidad cuenta con 17 casas habitadas y un par de apartamentos rurales. "Estas 80 hectáreas enmarcadas entre las riegas de Piedrafita y Pedrugada son un tesoro natural", asevera este vecino de 79 años natural de Onís. Pero el pueblo, perteneciente a la parroquia de San Martín de Grazanes, también cuenta con un tesoro patrimonial: la iglesia románica de Santa María (siglos XII-XIII) que cada 25 de julio abre para celebrar la fiesta de Santiago Apóstol con una misa.

"La restauraron (en 2002 y 2003) y cada poco viene gente a pedirnos la llave para disfrutar de su arquitectura y de las pinturas murales que se encuentran en la cabecera del templo", aseguran vecinos como Carmina Rivera. Lo que ya no celebran allí desde hace más de medio siglo es la fiesta de la virgen de la "O" que el famoso músico Ramón el de la Cueste solía amenizar a finales de año.

Los lugareños reclaman más atención para el cementerio ubicado junto al edificio religioso, que está pendiente de una ampliación. "Cuando restauraron la iglesia le quitaron un trozo que pegaba con la pared y se habló de ampliar o de cambiarlo de sitio pero el tiempo pasa y nadie mueve ficha", se quejan.

Las vistas privilegiadas a los Picos de Europa y su ubicación a tan sólo nueve kilómetros de Cangas de Onís -se accede por un desvío de la carretera AS-114 en dirección a Panes- son dos de los aspectos más valoran residentes como Bonifacio Alonso.

Bonifacio estuvo 38 años en Caracas (Venezuela) ganándose la vida, la mayor parte del tiempo, en una compañía de seguros pero con la jubilación decidió volver y restaurar la casa familiar, que también funciona desde el pasado año a modo de apartamento rural.

Turistas encantados

"Los turistas que vienen de Holanda o Bélgica se van encantados por la tranquilidad que se respira y lo familiares que son los vecinos", destaca este vecino del barrio de El Palacio (donde se concentran la mayoría de viviendas), que lamenta que "el paraíso de Venezuela se haya convertido en los últimos años en un infiero para muchos habitantes a causa de la pobreza física y mental existente".

Como el resto de moradores destaca los grandes avances conseguidos a lo largo de los últimos años. "Lo que más costó fue traer la carretera porque el dueño de los terrenos que vivía en el palacio de Coviella se oponía por más que se lo requeríamos y hasta épocas recientes sólo teníamos un caminín de carreta", relata García, que de pequeño iba a la escuela a Llenín.

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