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MIGUEL POLLEDO | Guía de patrimonio y autor del libro "El Arte Rupestre de Tito Bustillo"

"La oferta de cuevas abiertas en el Oriente es suficiente para satisfacer la demanda que hay"

"No estoy seguro de que centralizar la gestión del patrimonio rupestre en Tito Bustillo sea bueno cuando se trata de yacimientos en el monte o a pie de acantilado"

Miguel Polledo, en el ático del centro de arte rupestre de Tito Bustillo. P. M.

Miguel Polledo (Oviedo, 1969) es guía de patrimonio y trabaja en la cueva de Tito Bustillo de Ribadesella desde el año 2003. En 2011 publicó el libro "El Arte Paleolítico de Tito Bustillo", en el que además de guiar al lector por el interior de la cueva y su contexto reflexiona sobre la gestión del patrimonio rupestre.

-En su libro apuesta por difundir para sensibilizar, sensibilizar para conservar y conservar para legar sin huella de maltrato lo que otros hemos podido disfrutar. ¿Qué análisis hace de la difusión que se hace del arte paleolítico?

-En Asturias desde finales de los años ochenta hay unos criterios de difusión conservacionista que creo son los adecuados para el patrimonio paleolítico. Hay media docena de sitios abiertos con arte, cuatro de ellos en el Oriente, y esta política en general va teniendo buenos resultados.

-¿Ha visto cambiar la sensibilidad del público hacia el arte rupestre?

-Mi impresión es que ha cambiado mucho. Por regla general el nivel de conocimiento y sensibilización de quien se acerca en la actualidad es mucho más elevado de lo que era antes. Siempre hay excepciones, pero el nivel general del visitante es más cualificado que hace diez años. Las cuevas dejan de ser un mero atractivo turístico, con estalactitas, para ser concebidas como contenedoras de un patrimonio absolutamente excepcional. Que las visitas sean planificadas, ordenadas, con reserva previa, también aporta cierto grado de sensibilización. Pueden influir muchas cosas: una difusión adecuada, más información, internet, también hay muchas publicaciones y eso ayuda.

-¿Se está logrando, entonces, el tercer objetivo, la conservación?

-Las cuevas, abiertas o cerradas, siempre tienen problemas de conservación. El tema es equilibrarlo y se trabaja por la conservación de los sitios. Son cosas que además van cambiando, mejorando, hay sistemas nuevos y se genera más conocimiento. En la actualidad y en general se puede decir que el estado de conservación de los sitios es bueno, con problemas como los de Tito Bustillo, abierta desde finales de los sesenta y con la excavación del túnel, o El Buxu, abierta desde los cincuenta y que también sufrió un importante acondicionamiento. Pero eso no tiene remedio, hay que intentar que la gestión actual no afecte al arte.

-¿Ve conveniente abrir más cuevas, como hay voces que reclaman para El Bosque, en Cabrales, o Coímbre, en Peñamellera Alta?

-Primero tenemos que valorar si hay demanda real y luego qué posibilidades hay de abrirla. El Bosque tiene problemas de recorrido y conservación, está además en una finca privada y hay que valorar muchas cosas. Creo que la oferta que hay es suficiente para satisfacer la demanda. Otra cosa es que cada concejo quiera tener su cueva abierta, algo que no es posible.

-Adolfo Rodríguez Asensio anunció en su etapa de Director de Patrimonio una revisión de los cupos en Tito Bustillo, para tratar de alargar la temporada en que se puede visitar pero manteniendo la cifra total de visitantes. ¿Qué opina?

-Desde 2011 se ha considerado que la apertura actual, con un límite de 150 personas diarias, durante ocho meses al año y cinco días a la semana, se ajusta bien a la conservación y a la demanda. Valorar si la cueva admite visitas durante todo el año es una cuestión delicada que hay que poner encima de una balanza. Significa más tiempo la luz encendida, la puerta abierta... los cierres estacionales parece que funcionan bien. Es delicado y desde luego si se hace tiene que ser con un estudio científico riguroso que permita valorar si esa opción es recomendable o no.

-¿Funciona bien el cupo actual desde el punto de vista de los guías?

-Hablar de cupos no sólo afecta a la conservación, también a la gestión y a que los visitantes puedan disfrutar de la visita. No es lo mismo entrar en una cueva con quince que con veinticinco personas y el grupo de quince se ajusta muy bien a las características de la cueva, es un número que parece adecuado. Yo llegué a entrar con grupos de veinticinco y era difícil. En la Cuevona de Ardines, como no hay tantos problemas de conservación, entran grupos de hasta treinta y es difícil moverlos, captarlos. Todo lo que signifique masificar disminuye la calidad y el disfrute de la visita.

-¿Ve conveniente o necesario centralizar las visitas al arte rupestre del Oriente desde Tito Bustillo, como concluía un estudio encargado por la Asociación para el Desarrollo Rural del Oriente?

-No estoy muy seguro de que la centralización sea un buen procedimiento cuando se trata de gestionar cuevas que está en el monte o a pie de acantilado. Cantabria centraliza mucho en El Castillo y no está funcionando bien. Creo que no hace falta un proyecto de centralización, pues la capacidad de gestión está en los sitios. Eso no quita para que pueda haber una gestión coordinada, que de hecho la hay.

-¿Qué opina sobre la creación de un itinerario que refuerce la conexión entre las cuevas?

-Hay doce sitios abiertos en el Cantábrico y aquellos que tienen interés pueden verlos todos, sólo tienen que organizarse. No creo que sea necesario un itinerario institucionalizado porque ya existe en el momento en que están las cuevas abiertas. Se habla de la gestión conjunta en Perigord, en la Dordoña, en Francia, pero salvo dos cuevas que están a pocos metros de distancia el resto tienen gestiones diferentes, una incluso es de propiedad privada. Lo que la experiencia me indica es que la capacidad de gestión la tiene el que está a pie de yacimiento. No es posible gestionar las visitas a cuevas que se encuentran aisladas geográficamente desde ubicaciones situadas a cincuenta o sesenta kilómetros de distancia.

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