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La avellana requiere sol y airearse para estar buena, dice el ganador del Festival de Infiesto

"En El Texedal en los años cincuenta había 17 cosechadores y quedamos dos", lamenta Román Canal, que pide relevo generacional

La avellana requiere sol y airearse para estar buena, dice el ganador del Festival de Infiesto C. C.

Román Canal Mateo puede presumir, aunque no lo hace, de cosechar la mejor avellana de toda Piloña. Este vecino de El Texedal de 80 años de edad se impuso el domingo en el 46.º Festival que Infiesto dedica al fruto cada primer fin de semana de octubre y en el que participaron 84 comerciantes. El truco para tener un producto de calidad, según cuenta, reside en "cuidar bien la avellana en casa", esto es, dejarlas airear y sin amontonar tras su recolección temprana. "Al sol pierden peso pero en cambio ganan calidad y sabor", apuntó. Él y su mujer Aladina Consuelo Toraño "Chelo" nunca se pierden el festival piloñés y el domingo no hicieron una excepción: pusieron a la venta cien kilos a un precio de seis euros cada uno que pronto "volaron" de su stand en la Plaza del Ganáu. "No es que sea súper rentable pero participamos más que nada por tradición", señala el ganador, que tiene un centenar de avellanos, la mayoría plantados junto a su casa en El Práu Molín, en El Texedal. "Los últimos seis los planté hace un par de años y esta temporada ya me dieron ocho carrapiellos cada uno, lo que no está nada mal", asevera este jubilado de Ensidesa.

Canal achaca el pequeño tamaño del fruto de este año a la falta de lluvia en los meses de mayo y junio. "Necesitan líquido porque el árbol tiene una raíz muy superficial y esto hace que recoja y pierda muy rápido el agua. Si lo normal es empezar a recogerlas en septiembre, a mediados de agosto ya estaban cayendo", cuenta el ganador, uno de los máximos colaboradores del grupo "Gabitu" que trabaja desde hace años por el impulso y recuperación de las plantaciones de avellana en el concejo de Piloña.

El cosechador explica que es difícil conocer los motivos por los que el fruto escaseó la temporada pasada y sin embargo esta vino especialmente abundante. "Puede ser porque diciembre y enero de 2016 vinieron muy secos y calientes provocando que se adelantara la flor y después en febrero el frío excesivo la estropeara", reflexiona. Canal, que nunca sulfata, hace hincapié en la importancia de un buen mantenimiento de las plantaciones, podando tras la cosecha, entre septiembre y noviembre, los caños malos o "chupones" que impiden a los más robustos crecer y asoleyar.

En cuanto al relevo generacional, lo tiene asegurado de manos de sus hija Almudena y su nieta Inés, que además de ayudarle a recolectar las avellanas hacen postres con el fruto seco y obtuvieron el primer premio de repostería en el Festival. "En El Texedal en los años 50 había 17 cosechadores y hoy quedamos dos. La gente joven debería animarse a apañarlas: aunque no es tarea fácil suponen un importante suplemento para la economía familiar y comerlas trae grandes beneficios para la salud", concluyó.

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