La Feria de La Inmaculada de Sellañu estaba ayer abierta a toda clase de ganados pero la protagonista en Ponga fue la "reciella". En total se pusieron a la venta 25 ovejas y 75 cabras y prácticamente todas cambiaron de dueño al final de una mañana en la que la lluvia no dio tregua. El número de ganado menor fue ligeramente inferior al concentrado en anteriores ediciones, en parte por la prohibición de transportar a los animales en turismos particulares. El cierre del matadero comarcal de Margolles que obliga a los compradores a incrementar los gastos de transporte para sacrificar a los animales tampoco ayudó al sector, maltrecho por los continuos ataques del lobo. De media, las ovejas cotizaron a 75 euros por cabeza y las cabras superaron los 100 euros, lo que supone un incremento respecto al año pasado

El ganado vacuno escaseó en la feria pongueta: contando las crías se pusieron a la venta medio centenar de vacas de carne. La presencia de la especie caballar también fue testimonial, con sólo cuatro caballos. La escasez de rebaños contrastó con una gran afluencia de público llegado desde todas partes de la región. Entre quienes acudieron a la cita se encontraron los hermanos ovetenses Rubén y Vanesa Iglesias, de 11 y 10 años de edad respectivamente. La pareja se fue a casa con seis cabras, un castrón y tres cabritinos que servirán para mantener la finca familiar. "En el futuro no descartamos ser ganaderos porque nos gustan mucho los animales",aseguraron.

La feria pongueta es tradicionalmente muy visitada por quienes quieren contar en sus menús navideños con platos como el cabritu a la sidra.