Diana DÍAZ

La soprano ovetense Ana Nebot ha superado un parón en su carrera y vuelve con más fuerza que nunca. Su papel de Corinna en «Il viaggio a Reims» que en diciembre interpretó en Tel Aviv, le valió para impulsar su voz y su ánimo en la lírica. Esta tarde, hará de duquesa en la última función de «Luisa Fernanda». La soprano, que se formó con Ana Luisa Chova y Edita Gruberova, empezó su carrera profesional en Barcelona, tras sus primeros pasos en Asturias.

-En los últimos tiempos, Asturias ha sido una mina de nuevas voces líricas.

-El nivel de las voces asturianas es alto, desde la generación de Miguel Ángel Zapater hasta la de Beatriz Díaz. Curiosamente, aunque todos empezamos en Asturias, necesitamos ir fuera a asentar base en la técnica vocal. No obstante, creo que la importancia del maestro es relativa. Sólo hay una técnica buena. Luego, cada cantante utiliza sus recursos. El verdadero desarrollo depende de la investigación que el mismo cantante haga de sí mismo.

-Explíquese.

-Mi obsesión era ser una persona normal y cantante a la vez. Puede conseguirse. He entendido cómo afrontar el canto y su forma de vida. Me siento más fuerte que nunca. He entendido que el estrés en esta profesión nace de la inseguridad. Y que hay que ser exigente, pero a la vez tolerante, con uno mismo y los demás.

-¿Se ha sentido apoyada desde Asturias?

-Hay un apoyo fundamental que echo en falta, a Luis Iberni. Además, las instituciones asturianas me dieron las primeras oportunidades. Mi papel en «Luisa Fernanda» me hace mucha ilusión. Canté la «Antología de la zarzuela asturiana» cuando no estaba en mis mejores condiciones y con un papel vocal que no me iba demasiado. De hecho, creo que ésta es la primera vez que canto en el Campoamor con todo a mi favor, respaldada por un equipo artístico y un equipo del teatro maravillosos. Me dije que, si esto salía mal, tendría que replantearme muchas cosas. Admiro la cantidad de cultura musical que ofrece Asturias, y podría mejorar todavía más si hubiera más cohesión entre el público, instituciones, programadores y críticos.

-El papel de la duquesa no es sencillo.

-La zarzuela en general tiene una música complicada para las voces femeninas. Hay que buscar muchos recursos, teniendo clara la base de que el canto parte del buen apoyo del aire y de la respiración, que es algo natural, pero que el hombre pierde al crecer. De ello depende el buen resultado en todos los registros vocales, como el habla. El cantante no puede obsesionarse con cuidar su voz.

-¿Cuesta subir peldaños en el mundo de la lírica?

-La lírica abarca un mercado muy amplio. Hay grandes voces valoradas y otras más pequeñas que hacen carrera en diferentes disciplinas. Hay una apertura que a veces es peligrosa. La lírica está en manos de empresas que tienen que rentabilizar. Entre los cachés que se pagaban hace sesenta años y ahora, que se relega la calidad por la rentabilidad del espectáculo, hay un término medio. Por ejemplo, se apoya a las voces jóvenes, pero al mínimo fallo dan la espalda. La formación en compañías estables era una gran opción.