David ORIHUELA

«Tomar sidra en la plaza del Fontán puede ser bohemio, típico, cañí... para cualquiera que no viva allí. La cuestión no es dejar de tomar sidra, sino ver si se puede hacer de otra forma que no termine ennegreciendo el pavimento, las fachadas, los históricos pilares, y entorpeciendo la calidad de vida y el descanso de sus residentes». Es parte de un escrito que la Asociación de Vecinos del Fontán han remitido al Ayuntamiento de Oviedo solicitando una entrevista con el alcalde, Gabino de Lorenzo, o con el concejal de Urbanismo y Licencias, Alberto Mortera.

La instalación de una nueva terraza en el interior de la histórica plaza ovetense ha sido la gota que ha colmado el vaso de la paciencia de los vecinos.

Dentro de la plaza hay tres terrazas de negocios de hostelería, y el pasado miércoles se instalaron ocho toldos más -según los vecinos, sin licencia-, que serán atendidos desde un local de apenas 20 metros cuadrados. Así que la asociación quiere saber «cuál es la razón de que no se cuente con los vecinos para escuchar su postura sobre el reparto de la plaza, que si bien es pública, como es obvio, forma parte de un recinto casi al 90 por ciento residencia, y no hostelero». Acusan al Consistorio de «ningunear» la titularidad de los soportales y recuerdan que éstos son un espacio privativo de uso público «desde tiempo inmemorial», con una servidumbre de paso para tránsito de viandantes «y no para cualquier uso».

La plaza del Fontán es uno de los principales referentes turísticos de Oviedo. Y eso es algo que los propietarios de los inmuebles no discuten, pero sí que se quejan del uso. «Ya ha dejado de ser un lugar emblemático para convertirse en una ruta de la sidra», mantienen».

En estos momentos el Fontán está en obras. La rehabilitación de la plaza, para muchos un pastiche del original, se inauguró en 1999. Desde entonces los problemas han sido continuos y, tras varias denuncias, los vecinos han logrado renovar los capiteles de las columnas, que no soportan el peso de los inmuebles. Ellos son propietarios de las casas y de los soportales y mantienen que se está haciendo uso ilegal de su propiedad por parte de los negocios de hostelería.

Sobre algunas de las terrazas ya pesan varias denuncias, no sólo por ocupación de zonas privadas, sino por los ruidos que ocasionan, afirman los vecinos. Según aseguran los afectados, «los bares tienen licencia para abrir hasta las dos y media de la madrugada, luego recogen, con lo que supone en cuanto al ruido de plegar y encadenar las sillas, y a las seis de la mañana llegan los servicios de limpieza». La conclusión es que «no se puede dormir». A esto suman el estado de las columnas, las baldosas y las paredes, dañadas por el constante uso hostelero.

Así que se han plantado, una vez más, y amenazan con acudir a la fiscalía. «En el caso de no atenderse nuestras peticiones, nos veremos en la necesidad de acudir a los tribunales ante la dejadez de funciones por parte de esta concejalía (Urbanismo y Licencias), dado que los años que reiteradamente se han cursado quejas desde esta asociación con ocasión del mal funcionamiento de las terrazas, sin respuesta consistorial alguna, lo que puede incardinarse tanto vía administrativa por responsabilidad patrimonial como vía penal, véase fiscalía, con la depuración de las responsabilidades políticas o funcionariales que sean de rigor», concluye el escrito que la asociación de vecinos entregó ayer en el registro del Ayuntamiento. Una petición que volverán a meter por registro semana por semana hasta que alguien les dé una respuesta.