Pablo GALLEGO

Marzio Conti (Florencia, 1960) se define a sí mismo como «un director todoterreno». «Por eso me ilusiona tanto llegar a una ciudad en la que, además del repertorio sinfónico, podré dirigir ópera, ballet y zarzuela». Él es el elegido para tomar el testigo de Friedrich Haider como director titular de la orquesta «Oviedo Filarmonía» el próximo mes de julio, y afirma sentirse «feliz». «No tuve ninguna duda a la hora de decir sí a esta orquesta. Desde hace veinte años soy un nómada, y Oviedo me encanta. Pero soy florentino, ya sabe, así que ninguna ciudad se puede comparar con Florencia», reconoce entre risas.

«La relación con la orquesta fue muy buena desde el principio, algo que no sucede muy a menudo. De hecho lo normal es que haya algún pequeño conflicto, pero en este caso no fue así», explica el maestro italiano. De vacaciones en su domicilio familiar en Florencia, Conti destaca en su conversación telefónica con LA NUEVA ESPAÑA la «gran sintonía» que sintió con los profesores que componen la plantilla de «Oviedo Filarmonía». «Entenderte con ellos es fundamental para iniciar un camino común», explica. El próximo verano, los músicos de la sinfónica ovetense pasarán del genio austriaco de Haider a la pasión italiana de Conti.

Formado como flautista -inició su carrera profesional en el Festival de Salzburgo (Austria)- antes que como director, Conti afirma que a lo largo de su vida ha intentado ser «honesto y consecuente con los valores éticos que impulsan mis valores musicales». «Por eso recibir un premio como éste me da muchísimo placer, porque siento que no sólo se valora mi trabajo, sino mi forma de hacer y sentir las cosas».

Conti no quiere perder la oportunidad de «agradecer de forma pública a la Fundación de la orquesta y al Ayuntamiento de Oviedo la confianza que depositan en mí al poner a sus músicos en mis manos». Y aunque aclara que es «pronto» para anunciar proyectos -«hasta junio la orquesta es del maestro Haider»- su deseo es convertir a «Oviedo Filarmonía» en «la orquesta de la ciudad, pegarla al territorio y a su gente». La primera oportunidad para conseguirlo la tendrá el próximo día 25, en un programa dedicado a Pavón y Turina.

Antes de despedirse, el maestro quiere dejar claro que no tiene miedo a las consecuencias que la crisis pueda tener en su trabajo. «Los músicos y aquellos que amamos la cultura, la cultura con mayúsculas, debemos luchar y reivindicar la importancia de nuestro trabajo, defender la luz en medio de la desesperación, para que el arte no se apague».