Javier NEIRA

El próximo jueves cumplirá 105 años de edad. Es, quizás, el decano de todos los ingenieros de minas del mundo. Se llama Luis Álvarez Fueyo, nació en Mieres, vive en Oviedo y el secreto de su longevidad está en el buen humor, la actividad incesante, la alegría de vivir, la buena sidra y el amor de su familia, que se aprecia inmediatamente. También, por lo que relata, la genética cuenta lo suyo.

«Para llegar a cumplir 105 años no hay que hacer nada, sólo esperar», comenta entre bromas. «Trabajé mucho; entraba en la mina con mucha frecuencia, pero eso no ye motivo para llegar a viejo. Hasta los noventa y tantos años andaba diez kilómetros diarios. Y bebía sidra asgaya. Y cerveza y vino y coñac. Mis tías Olvido, Rita, Julia y Carmina pasaron de los noventa años».

Nació en el barrio de Gonzalín, de Mieres. Estudió en Pravia, en el San Luis, «un colegio antiquísimo, muy duro, tenían varas de avellano. Fui a Madrid en 1923 a estudiar la carrera. Terminé y después hice el servicio militar».

Su primer trabajo estuvo en una mina de Riosa, en 1933. Cuando estalló la revolución ya llevaba un año en la mina. No se fue. Era muy querido y se sentía seguro. Sólo tuvo cierto temor a desconocidos que en aquellas circunstancias pudieran llegar hasta allí desde otras zonas.

«En la guerra me exilié en Oviedo. Me enviaron con dinero a comprar bombas de desagüe. Y es que en el cerco lo primero que cortaron fue el agua. Hubo que sacarla de antiguos pozos. Se sacaba a pulso. Hice el viaje para comprar las bombas y en Villablino me encontré con Vigil, un compañero de promoción. Me ofreció quedar allí a trabajar. No digas a nadie quien soy y méteme de vagoneru, le contesté. Total que volví a Oviedo con el nombramiento de ingeniero de la Minero Siderúrgica de Ponferrada. Ladreda me dio permiso para salir, para regresar a León, porque era más fácil sustituir a un soldado aquí que a un ingeniero allí. Salí otra vez por el pasillo que se creó al entrar las tropas de Galicia».

Don Luis está al tanto de todo. Cita datos de hace setenta años y comenta la actualidad siempre con buen humor: «El carbón no escapa, ahí está esperando a que lo saquemos. El problema es que es difícil y caro. Ahora el carbón del pozo de Riosa lo sacan por Nicolasa».

Se casó en Vegadeo, en plena Guerra Civil, con Josefina Liñero, natural de Priesca. «Me pidieron el expediente, pero no me lo dieron en el Obispado. Y el cura de la Foz dijo: si vos ponéis tontos cásovos en un prau y quedáis bien casaos». Tiene dos hijos, Luis y Josefina, y nueve nietos. Hijo y yerno, también ingenieros de minas, e igualmente dos nietos son de la misma profesión. Tres generaciones de ingenieros de minas que trabajaron en Ensidesa, en la factoría o en sus explotaciones mineras.