Los vecinos de La Corredoria llevan más de mes y medio soportando las obras de la travesía que une Oviedo con Lugones y no tienen muy claro qué es lo que se está haciendo. Lo que sí saben es que, por el momento, no les gusta nada lo que ven. La acera derecha, en sentido Lugones y después de pasar Cuatro Caños, no es de recibo. Mide sólo 80 centímetros, baldosa y media, y en ese espacio no cabe, por ejemplo, un carricoche de niño. Tampoco se pueden cruzar dos personas, porque una de ellas tiene que bajar a la calzada para dejar paso a la otra. La obra, que buscaba habilitar un carril bici, ha supuesto también la eliminación de decenas de aparcamientos, algo difícil de asumir por los vecinos del barrio de mayor crecimiento demográfico de la ciudad.

Enrique Laiz reside en La Corredoria y hace años que dejó de utilizar la bicicleta, «porque quitaron el arcén para hacer aceras y con el tráfico que hay aquí era imposible». Ahora se encuentra con que se quiere favorecer el uso de la bici, «pero en la acera no te puedes cruzar con otro». Junto a Cuatro Caños camina, a duras penas, en dirección a Lugones, María Soledad Lacera, que prefiere esperar a que terminen las obras antes de opinar; pero aun así lamenta: «Primero nos dijeron que era por unas tuberías, luego que por el carril bici y ahora no se sabe muy bien, pero por aquí no se puede caminar».

En la sidrería La Chariega las obras son parte del debate de la mañana. El local abrió hace apenas un mes y su propietaria, Cristina González, se encontró con las obras y con que le habían quitado todos los sitios para aparcar que tenía justo delante de la puerta. Román Jiménez ha dejado su coche a la puerta, entre las vallas de una obra «que nos está fastidiando». Mientras, afirma que en la zona «ha habido muchos accidentes como para complicar más las cosas», y la hostelera, que «por mucho que digan no se ven tantas bicis».

Lo que todos quieren es que acabe la obra y poder caminar tranquilos por sus nuevas aceras.