A unos pasos de la Catedral, junto al Palacio Arzobispal y frente al Museo de Bellas Artes. En ese espacio privilegiado, en el corazón histórico de Oviedo, permanece en el olvido la parcela del «martillo» de la calle Santa Ana, propiedad de la diócesis. El vecindario convive resignado con ese solar yermo, viendo crecer la maleza en lo poco que queda del edificio que durante años ocupó Cáritas. Ahora están más preocupados por los efectos de la crisis económica, por el tráfico o el vaciamiento de la zona que por el futuro de esos terrenos.

Francisco Prado, copropietario de la tienda de ornamentos sacros La Victoria, frente al «martillo» en cuestión, sostiene que «el Antiguo está muerto, todo son pubs y garitos», y responsabiliza de ello a las instituciones públicas, sin iniciativa alguna para revitalizar el casco histórico. Mientras esa situación no cambie, del «martillo» poco tiene que decir. «Esa obra ni nos va ni nos viene, sólo nos traerá molestias y ruido», comenta. Mejor sería verlo arreglado, reconoce, pero él considera que lo que realmente transformaría ese rincón, donde se cruzan las calles Santa Ana y San Antonio, sería el jardín del Museo de Bellas Artes. «Quedaría guapo si lo abrieran y pusieran unos bancos», propone.

El proyecto para edificar en el solar la sede de la Escuela de Música, el más consistente de los anunciados en los últimos años, se quedó en nada. Hace cinco años el Ayuntamiento se comprometió a iniciar su construcción en 2008, invirtiendo más de dos millones de euros. La diócesis cedía los terrenos por treinta años prorrogables y se reservaba los bajos del edificio para ampliar el Museo de la Iglesia.

El Ayuntamiento no pudo costearlo y tampoco logró convencer al Principado de que lo asumiera, con los fondos traspasados por el Estado para promocionar el empleo -el denominado «plan A».

Adolfo Pulgar, que regenta una cervecería en la calle Canóniga, sigue apostando por ese proyecto. «Es lógico que si hacen una Escuela de Música esté cerca del Conservatorio, así lo concentran en esta zona, y si hacen oficinas del Arzobispado mejor, dará más vida», argumenta. «Vendría bien para el negocio», admite. En cualquier caso, cualquiera que sea el destino que le den, Pulgar urge a «adecentar» el solar. «Hace más de treinta años que cerró el quiosco de fruta que había en la esquina y las baldosas aún siguen ahí», se queja.

En tres años el proyecto de la Escuela de Música duplicó su coste. El Ayuntamiento había anunciado una inversión de 2,14 millones de euros en 2006, pero cuando intentó traspasárselo al Principado, en 2009, el presupuesto que requería la obra ya ascendía a 4,5 millones.

Sobre el futuro del solar lleva décadas especulándose. En su día la diócesis anunció la construcción de un nuevo Palacio Episcopal, más tarde habló de viviendas para sacerdotes, todas ellas iniciativas muy costosas. Incluso se lo ofreció al Bellas Artes. El convenio suscrito con el Ayuntamiento en 2007 para la cesión de los terrenos y la construcción del edificio era la solución más adecuada para el Arzobispado. Desde luego, económicamente resultaba la más beneficiosa.

Josefina Clemente, con la tienda de ultramarinos más veterana del barrio, en Mon, dice que entre los vecinos no se comenta ya el asunto. Ella, prudente, prefiere no opinar para no molestar a nadie. En la misma calle, Aladino Cazón, propietario de la colchonería que lleva su nombre, sostiene que el futuro del «martillo» de Santa Ana «a las ventas poco nos va a afectar, únicamente que la calle quede más guapa». Sus preocupaciones van por otro camino. «Aquí se está notando la crisis y más que se va a notar cuando no dejen circular coches y no puedan entrar los clientes», se teme.

«Quedaría guapo si abrieran el jardín del Bellas Artes y pusieran unos bancos»

Francisco PradoComerciante

«El proyecto de la Escuela de Música me gustaba, daría más vida a esta zona»

Adolfo PulgarHostelero

«A las ventas poco nos va a afectar, aquí el problema es la circulación»

Aladino CazónComerciante