En los años 80 visité en Hollywood los Estudios Universal y Paramount y vi los escenarios de «Raíces profundas» y «El caballero orgulloso», que recorrió Alan Ladd. Aunque este actor medía 1,65 m, habían reducido las puertas de las casas para que las rozaran su sombrero y sus hombros al entrar; y cuando en los planos cortos llevaba del brazo a Olivia de Havilland, caminaba sobre una tarima construida para él. Al contrario, a Mary Pickford, la actriz de «Pollyanna» y «La fierecilla domada», de 1,50 m de estatura, le agrandaban las puertas, el mobiliario y la utillería con la intención de que pareciera aún más niña. De ahí que, por seguir hablando de películas, como cada canal de TV decora los platós para mostrarnos a su conveniencia la estatura del político de turno, sea tan necesario educar a nuestros hijos, es decir, amueblarles bien la cabeza.