E. F.-P.

«Fue la persona que organizó científicamente el tratamiento de la piedra monumental», reconoció el arquitecto Jorge Hevia, autor del plan director de la Catedral de Oviedo. Él también alude a ella como a una «pionera», en este caso por haber compartido sus conocimientos, muy especializados, y hacerlos accesibles a todos los profesionales implicados en la restauración de monumentos. «Nos abrió los ojos a un mundo que requería una intervención muy técnica», afirma Hevia.

«Siempre estaba ahí para resolver las dificultades, a punto, y trajo a España unas tecnologías que se desconocían», añadió. Aunque se refirió a su pérdida como «un mazazo», hizo ver que «deja un equipo que continuará su obra y su halo protector permanecerá».

El petrólogo Luis Valdeón dice de ella que era «una catalana con gran determinación» y cuenta que «en las conferencias y las clases arrasaba: presentaba tal cantidad de novedades, con ese ímpetu catalán y con gracia...».

El catedrático de Geodinámica, Javier Álvarez Pulgar, fue alumno de Esbert. «Ella y su marido llegaron cuando yo estaba en cuarto y fueron mis profesores en quinto», recuerda, y alaba la tenacidad que mostró en todo momento, a pesar de su precaria salud. «Asistía a dar las clases a pesar de las dificultades que tenía para caminar», comentó. El profesor Jorge Ordaz afirma que de la mano de Esbert «he crecido profesionalmente y en el ámbito de la amistad», y el también geólogo Francisco Javier Alonso se entristece por «el vacío» que deja.